Ya pensaba él que la cuarta revolución iba a ser neurocientífica, estando basada en un grande abanico interdisciplinar como la neuroeconomía, el neuromarketing, la neurofilosofía, la neuroética, la neuroeducación o la neuropolítica” . Otras veces, de forma lineal, caminaba él inefablemente, sin dar ninguna tregua a su cansino cuerpo, como peregrino de la luz, llevando alforjas de bondad en sus espaldas y siempre apoyado en su sólido bastón de montaña, intentando férreamente llegar hasta la etérea cumbre iluminada del prolífico volcán Erciyas Dagi.

Bajo el resplandor de una luminiscente cúpula de estrellas, iba apareciendo en un ápice la tenue y casi desapercibida silueta de una preciosísima Luna, que comenzaba a entrar tímidamente, tramo a tramo, en refinada fase de cuarto creciente. Se enaltecía él, con un elevado don de “lunicultor”, que  plagado de exquisita sensibilidad, (…) con verdadero ímpetu, con verdadero goce, anímica y espiritualmente, disfrutaba embriagadoramente de un maravilloso espectáculo, que la poderosa y renacida naturaleza, sólo brindaba sin ninguna contención, a las sibilinas aves del cielo, santamente exaltadas por una gran diversidad de hermosos gorjeos.

Tan calmado, tan meditativo,  siempre le acompañaba el supremo anhelo de conocerse mejor,  desprendiendo una sorprendente sensación de hiperrealismo y tan velada abstracción, para  poder descubrirse en nuevas y enriquecedoras señas de identidad renacentistas, pues su vida pasada era cómo se estuviera atiborrada de tantísimos clichés, con muchos negativos a blanco y negro,  someramente archivados y distribuidos cómo fragmentados sentimientos, como recuerdos siempre tan dispersos de forma desesperada, siendo  la implacable confrontación con los tiempos oscuros, cuando reinaba en él demasiada inseguridad y tanta fragilidad, en la vorágine de su peculiar existencia.

Y afinaba él cada vez más su sutil capacidad de observación, formando una secuencia ordenada de todas sus inclinaciones, que mostraban las fronteras entre la ensanchada luz y la reducida sombra, las áreas visuales de tan correosa mente, formando una serie jerárquica de progresiva abstracción, que daba énfasis a sus más complejas funciones mentales, como la autoconsciencia, la propia interacción social y todos los juicios éticos y morales, enalteciendo  su capacidad de preguntarse a sí-mismo, con el firme propósito, de aprender, crecer, evolucionar, yendo serenamente siempre hacia los inescrutables intersticios de su indescifrable mente, intangible Rosa de los Vientos”, marcada por infinitos rumbos, multiplicado por miles de cuadrantes, albergando en su mente de alto voltaje, una enorme colección de mapas interiores que iban interpretando los crudos datos que recibía del inescrutable “axis mundo”.

Y era una gran panoplia de paradojas sobre la percepción, la voluntad y la consciencia, inmerso en la rueda de la fortuna, que simbolizaba toda la vida humana, donde ricos y pobres eran iguales y, donde se sucedían de forma superpuesta tantos éxitos y tantos fracasos, y demasiados nacimientos y demasiadas muertes.

Y toda la cuantiosa información, que le iba entrando por los ojos,  actuaban como antorchas de análisis crítica, siempre demasiado fluida, pero alguna parte de su mente estaba siempre oscilando entre dos percepciones- entre dos estados de consciencia, donde el homúnculo somato/sensorial, era en realidad un dilatado mapa del mundo, ataviado, de distintos ejes compartimentados en términos de comprensión, eran solamente elaboraciones internas de su córtex cerebral, eran resultados de un proceso en gran medida inconsciente,  que iba interpretando los datos desnudos provenidos del mundo, extrayéndoles sus pautas e, integrándolas en una dada geometría mental, como mecanismo de abstracción progresiva, donde los fonemas se abstraían en silabas y sufijos, luego se transformaban en nombres y verbos, después, tal vez, en oraciones simples,  que siempre valían por un nombre o por un verbo, dentro de una frase compuesta de mayor jerarquía, que parecía el trabajo de un gramático.

Pero que era también la operación estándar de un córtex lingüístico, una de las adquisiciones más importante de la evolución de los homínidos, (…) donde el resto del córtex, representaba un logro evolutivo que era anterior al propio lenguaje (…) antes que nada, éramos nuestro cerebro y la mente que él iba creando (…) como imaginativo y convincente escritor, que siempre otorgaba un papel destacado a la historia, entendida como punto de encuentro entre filosofía, sociología, cultura y psicología, apoyada en ciertos resortes que movían flujos intermitentes de inteligencia cognitiva, donde en otras dimensiones iba resplandeciendo la inteligencia emocional o entonces ya brillaba su inteligencia ejecutiva.

Es decir, sabía dirigir tan bien toda la acción mental o física, teniendo buenos comportamientos, eficaces hábitos y certeros reflejos de mente, tratando de comprender la cosa más obvia de la psicología dinámica, donde el “elán vital” consistía en esto: hacer la representación meticulosa de la naturaleza por la esbelta figuración de la profundidad, la reafirmación del rechazo a los tiempos “oscuros”, el retorno a la plena vida, el surgimiento del sano individualismo, el despertar de la búsqueda en pos de la belleza, la marcha triunfal del placer mundano, la verdadera pose de la felicidad vital, la conquista de la realidad terrenal por la finura de espíritu, la renovación de los placeres hedonistas de la vida. Quisiera él realzar las alegorías que simbolizaban las virtudes cardinales y  virtudes teologales.

Quisiera él mejorar su capacidad, de escucharse a sí-mismo, vaciándose, de su reductible ego, para después poder dejar un amplio y luminoso espacio a los demás. Y purificaba él su capacidad de análisis, dedicando mucho tiempo a la reflexión, a la  meticulosa investigación de su más genuina circunstancia, para afinar el “don del buen consejo” hacia sí-mismo. Ya era él “ el otro hombre como tal, es decir, no solo su cuerpo y sus gestos, sino su yo y su vida le eran reales como su propia vida” (…) “ sin ese otro no se entendía la vida humana ni menos aún su vida en sociedad” (…) “ el hombre aparece en la sociabilidad como el otro, alternando con él como ente recíproco”(…) “ la capacidad de ver el mundo desde el punto de vista de otra persona, era para él también esencial para construirse un modelo mental de pensamientos complejos e imitaciones de otras personas para predecir y manipular su conducta”.

Bajo un gran torrente de prolíficos pensamientos iba despuntando un nuevo y radiante día, ya descendía él la tan escarpada montaña blanca del volcán Ercyes, que en tiempos romanos era conocido como monte Argeo, que dominaba mayestáticamente todo el paisaje de Capadocia, siendo un entorno tan fértil de calcio que a su vez enriquecía el suelo dispuesto a su alrededor, haciendo crecer los verdeantes árboles frutales y las deliciosas uvas dulces, hasta llegar por fin a su base y susurrando a un hermoso caballo blanco para que le dejara montar transformándose inmediatamente en fantástico jinete que lo llevaría al Valle de Ihlara.

Que en un pasado remoto se llamó Peristrema y fue el retiro favorito de los monjes bizantinos, donde en la base de este magnífico desfiladero se expandía un mar de verdor que brotaba a orillas de un apartado arroyo, en el cual jugueteaban los pájaros y habían ciertas indicaciones que conducían a diversas iglesias bizantinas ocurría una nueva culminación auroral… justo en el momento en que tomaba él un engalanado autobús que le llevaría, de esta vez,  hacía Bergama (Pérgamo), cuyo apogeo se produjo entre el reinado de Alejandro Magno y la dominación romana de Asia Menor, periodo en el que fue de los reinos más y poderosos de todo Oriente Próximo.

E iba bajando, poco a poco, el telón narrativo por entre los restos de la famosa biblioteca de su acrópolis que se dice, reunía  más de 200.000 volúmenes y constituía un símbolo de ascenso social y cultural de la antigua Pérgamo.

 

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