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Primero que nada, quiero contarles que ya soy abuela así que sólo es cuestión de tiempo para que los deleite con algunos Snapchats de nuestro adorado Sebastian, a quien no vemos muy seguido porque viven en Bristol y aunque estamos tratando de convencer a nuestra hija y a su esposo de mudarse más cerca de Southampton estoy segura que secretamente tienen miedo de exponer a Sebastian a altas dosis de abuela mexicana.
En fin, que Sebastian tiene ya 3 meses y nuestra hija va con él a un grupo de mamás y bebés y el otro día nos mandó el siguiente mensaje:
“Madre súper irritante en el baby group con dos niños ‘Bernie’ y ‘Herbert unos completos niños mimados. La madre le pregunta a Bernie qué canción le gustaría que el grupo cantara o cual era su canción favorita, y el niño contesta ‘Lo que sea en otro idioma mami’… y la madre procedió a cantar Frere Jacques obviamente en Francés (para los incultos como yo que tuve que googlear la canción, les evito la fatiga: Frere Jacques es el equivalente francés de Martinillo)”.
Verdad que ahorita quieren agarrar a Bernie a cachetadas o al menos a un limpio y rotundo sape? Dios sabe que yo sí, pero después sentí lástima por él, al final del día Bernie y Herbert son sólo víctimas de su pretenciosa madre.
Las madres pretenciosas son únicas en su tipo y se pueden encontrar a puños, sobre todo en el supermercado. No les ha pasado estar en City Market o Superama y escuchar por ahí a una madre diciéndole a su criatura “No mi amor, esas cerezas no son orgánicas, déjalas” o “Qué queso quieres cariño, Camembert o Stilton” y el chamaquito responde ‘¡No! yo quiero la vache qui rit mami’, o ‘Nene que horror, ¡deja ese Peñafiel! tenemos Perrier en la casa’.
Aquí es igualito solamente que todo sucede en Waitrose, al grado que hay una página de Facebook y una cuenta de Twitter dedicadas a las ridiculeces escuchadas ahí. Si tienen curiosidad vayan a ‘Overheard in Waitrose’, se van a reír a carcajadas.
Regresando al tema: Obviamente las madres pretenciosas no se quedan con las ganas de anunciar al mundo lo refinados que son sus niños, así que su arma de destrucción masiva es Facebook y estoy segura que todos tenemos al menos una de ellas en nuestros contactos. A quién le suena lo siguiente:
- Foto de los niños en el museo, leyenda: ‘Perenganito no sale de aquí, ni siquiera le atrae el parque de diversiones!’
- Foto en el restaurante, leyenda: ‘Cuando vamos a París a mí me da igual dónde comer, pero ellos exigen Au Pied de Cochon. ¿Alguien les puede explicar que no es posible comer aquí todo el tiempo?’
- Foto del niño en clase de algún deporte sofisticado: ‘¿Por qué no le puede gustar el fútbol como a otros niños? En fin, lo que sea que lo haga feliz’.
Facebook de verdad ha sido un ejercicio constante de tolerancia para mi. Cada que veo algo así, comienza el siguiente ciclo:
- Empiezo a escribir algún comentario ácido
- Paro a la mitad de mi idea
- Leo lo que escribí
- Analizo la amistad con la persona
- Me entra la culpa
- Lo borro
- Vuelvo a analizar la amistad
- Le doy Dejar de Seguir
- Le doy Seguir nuevamente
- Me alejo de Facebook
- Fin
Si se fijan bien en las publicaciones de las madres pretenciosas hay una constante, que es presumir, pero disfrazadito de falsa modestia. En todo caso yo preferiría que fueran totalmente honestas y dijeran algo así como ‘Me encanta que mi chilpayate coma solamente productos orgánicos, practique esgrima y le gusten los restaurantes caros. Ya desde ahorita se perfila para ser un mamón insoportable, cosa que seguro lo llevará lejos en la vida.’
Darlings quisiera seguir escribiendo del tema, pero mi hijo acaba de llegar de la escuela y me va a matar si ve que su quínoa (orgánica, obvio) no está lista y además vamos a llegar tarde a la clase de criquet.
Renuncia de Responsabilidad: Los nombres (excepto el de mi nieto) han sido cambiados para proteger la identidad de los malcriados. Los ejemplos son producto de mi imaginación, pero basados en hechos reales. Cualquier parecido con la realidad es, se los juro, mera coincidencia.
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