Óyeme, madre querida,
hoy te tengo que decir.
Un verso quiero escribir,
mirando que estás dormida.
Que no termine tu vida,
sin decirte algo de mi
tengo bastante de ti,
y ahora que estoy mayor
encuentro será mejor,
las cosas sean así.

Llevo tu melancolía
y a veces soy muy callada.
Me pensaba liberada
pero cambio cada día.
Entiéndelo, madre mía,
que me siento bendecida
por ser, por ti, tan querida
y hoy comprendo cómo tú eras.
Que me quisiste, de veras,
desde que llegué a tu vida.

La vida tiene ironías
no quiero que sea tarde,
por eso, que Dios te guarde
y que bendiga tus días.
Enaltezco lo que hacías
por tus adorados hijos,
con esos valores fijos
me hablabas con tu silencio
y con la vida evidencio,
verdad en tus acertijos.

Tú no eres bien conocida
muchos no saben tu nombre
y quisiste a un solo hombre
con tu devoción rendida.
Esa fue tu humilde vida,
y te puede consolar,
que muchos vas a dejar,
llorando por tanto amarte.
Y yo quisiera cantarte
para hacerte despertar.

 

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