Un tema recurrente de todos los días son los sistemas de salud en muchas partes del mundo y su eficacia en términos de prevención, atención, medicamentos, citas etc.

Es muy complejo analizar la situación de salud mundial, y aún más después de la pandemia del Covid -19.

La pandemia trajo consigo aislamiento social, dificultades financieras e interrupción de los servicios de atención de la salud, lo que incide negativamente en el bienestar mental de las personas.

Un informe de la OMS de marzo de 2022 indica que, durante el primer año de la pandemia de COVID‑19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25 %. 2022 indica que, durante el primer trimestre, Islandia, Israel y Corea del Sur ocupan los tres primeros puestos de los países con sistemas de salud de mejor desempeño en el mundo, obteniendo calificaciones mayores a 99 puntos sobre 100. Este top 10 lo cerró Noruega, Japón, Chipre, Australia, Suiza, Singapur y Kuwait.

En 2020 los Gobiernos de todo el mundo gastaron, en promedio, poco más del 2 % de sus presupuestos de salud en el área de la salud mental, y muchos países de ingreso bajo informaron que contaban con menos de 1 trabajador dedicado a la salud mental por cada 100 000 habitantes. El Banco Mundial apoya los esfuerzos que se llevan adelante para poner la salud mental en el centro de las iniciativas sanitarias en todo el mundo, además de considerarlo un elemento esencial de la acumulación de capital humano.

Por otro lado, aumenta la carga de enfermedades no transmisibles, como el cáncer, las patologías cardiovasculares y la diabetes. En la actualidad, dichas enfermedades provocan el 70 % de las muertes a nivel mundial, la mayoría de las cuales se registra en países de ingreso bajo y mediano. Al mismo tiempo, y a pesar de los avances en la reducción de la carga de estas enfermedades, en muchos sitios las tasas de mal nutrición siguen siendo elevadas, y los servicios de salud sexual y reproductiva y las medidas para luchar contra la mortalidad materna son insuficientes.

Si bien la incidencia de las enfermedades infecciosas ha disminuido desde el año 2000, estas siguen generando costos importantes para la economía y la salud. Los sistemas sanitarios de muchos países se enfrentan además a diversas dificultades provocadas por la pandemia, el envejecimiento de la población y la carga cada vez mayor de afecciones relacionadas con el estilo de vida.

 

Hoy más que nunca, para garantizar una mejor protección frente a brotes importantes de enfermedades, es crucial prepararse para posibles casos de pandemia y abordar la vigilancia de las enfermedades sobre la base de sistemas de salud sólidos que abarquen a toda la población, en especial a los grupos más vulnerables. En un informe reciente del Banco Mundial se traza un programa para reconfigurar y adaptar la atención primaria de la salud en consonancia con estos fines. Dicho documento refleja una nueva comprensión sobre las vulnerabilidades y oportunidades a nivel mundial y local tras la pandemia de COVID‑19.

Invertir en el fortalecimiento de los sistemas de atención primaria y en medidas de preparación para casos de pandemias y otros brotes de enfermedades infecciosas es también una de las formas más adecuadas de contener la resistencia antimicrobiana Prepararse antes de que se desate una crisis salva vidas y, en última instancia, ahorra dinero.

Si bien la cobertura sanitaria universal es crucial para desarrollar el capital humano y para lograr una respuesta y recuperación eficaces frente a la pandemia, los servicios de atención primaria de calidad también son esenciales para prevenir, detectar y gestionar las enfermedades, así como para promover la salud.

En Colombia, Chile, y algunos países de América Latina están emprendiendo reformas a la salud, principalmente en lo que se refiere a la Prevención, contratación, servicios, etc.

Tendremos mucho tema que leer sobre la salud en esta parte del mundo, tan golpeado por la pobreza, la desigualdad y la corrupción .

 

Sigue leyendo a Oscar Delgado

No Hay Más Artículos