La creatividad del hombre se ha manifestado desde el mismo momento en que  comenzó a darse cuenta de que estaba colocado en una posición privilegiada con respecto al resto de los seres vivos, con todo y saber que, de igual manera, también formaba parte de todos ellos. Si bien, la curiosidad, como a otros organismos de cualquier especie, lo llevó a buscar respuestas ante lo desconocido, pudo superar ese instinto e ir más allá y alcanzar a explicarse sobre aquello que le llamó la atención y aun, a demostrarlo.

La observación del mundo que lo rodeaba le permitió plantearse acerca del porqué de las cosas; sobre por qué, por ejemplo, los organismos actuaban de una forma determinada, incluyendo la acción como respuesta a los cambios ambientales que marcaban la conducta a seguir por todos ellos. Solo que el hombre buscó, además, canalizar esa expresividad manifiesta en su conducta, a través de la belleza, quizá para establecer que admirar lo hermoso del medio circundante, palpado mediante la información recabada por los sentidos, podría llegar a ser un bálsamo que lo aliviara del agotamiento físico y mental, ahora llamado estrés, para continuar la vida, pues, la misma ha sido y seguirá siendo difícil y complicada.

Una de las acciones para obtener respuestas, ha sido la imitación. Dentro de ese orden de ideas, el sonido ha resultado ser una manifestación de los animales que el hombre ha imitado d

esde todo tiempo. En primer lugar, para utilizarlo como recurso efectivo en la cacería, pues, así se permitía atraer a miembros de la especie que necesitaba obtener para su alimentación. Otras veces, como mecanismo de defensa y hasta para el camuflaje, como medio de protección ante el peligro siempre latente. Dentro de los sonidos de mayor logro en la imitación estaba el canto de las aves y la expresión de algunos insectos y eso lo llevó a canalizar ese sonido por medición de vibraciones llegadas a sus oídos, transportándolas luego al pentagrama musical, como notas en escala de acuerdo a la intensidad, determinando así, la melodía, la métrica y el ritmo.

La armonía de esos sonidos nacidos por imitación lo indujo a penetrar en el mundo maravilloso de la música hasta llegar a crear obras acordes con el sentir particular que cada genio musical pudo alcanzar a lo largo de la historia de la humanidad. El canto armonioso, como complemento del sonido melodioso, le ha permitido disfrutar de uno de los mejores momentos de placer que lo pone en comunicación con la naturaleza y, en muchos casos, a compenetrarse con la realidad de llegar a ser un ente participativo en la variación equilibrada del ambiente.

Sin embargo, en otros casos, el alcance de un sonido musical se convierte en algo chocante, cuando pasa a convertirse en ruido, molestoso, además, que perturba el equilibrio de los otros sonidos que se integran en el aire de la naturaleza. Eso, sin contar el daño fisiológico que acarrea al mecanismo de la audición,  en su recorrido desde el oído externo, hasta el cerebro, como centro procesador de los estímulos sonoros. La creación musical ha sido un factor primordial para establecer parámetros culturales en diferentes pueblos esparcidos por la geografía mundial y es, con mucho, un vaso comunicante de entendimiento para mantener en concordancia y armonía las relaciones humanas y las relaciones en general entre todos los habitantes del planeta. Sentémonos al filo de la tarde-noche a escuchar una voz acoplada en los acordes musicales o un instrumento musical de donde surja una melodía evocadora, dentro de una atmósfera recreada en una empatía de luces tenues con un ambiente armonioso y en compañía, si así lo prefiere, y tendremos un momento especial que nos hará olvidar cualquier mal rato que nos haya deparado la larga jornada de un trabajo diario.

 

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