Joseph Robinette Biden Jr. nació en Scranton, Pensilvania, el 20 de noviembre de 1942, por lo que de ser electo presidente de los Estados Unidos, como es su intensión, tendrá 78 años al asumir el cargo, con ello será el presidente (sí gana), más longevo, de la nación de las barras y las estrellas.

En el país del norte, los aspirantes a obtener la candidatura a la presidencia de los dos principales partidos políticos, Republicano y Demócrata, deben de hacer un larga precampaña, casi un año, en la que van sumando adeptos en cada Estado de la Unión, hasta lograr en número de delegados que le dé la oportunidad de contender, en el caso del partido de Biden, se requieren 1,991 de un total de 3,979 representantes, y si bien, todavía su principal oponente Bernard Sanders tenía posibilidades, ya que contaba con el compromiso de 914 partidarios, y el vicepresidente 1,217 y, matemáticamente aún era probable, el neoyorkino decidió tirar la toalla.

Joe Biden es católico, ya que la madre era irlandesa, y lo encaminó por esa religión, se graduó de abogado en la Universidad de Siracusa de Nueva York, ha tenido una carrera política muy añeja, ya que desde 1973 y hasta el 2009, fue senador por su Estado adoptivo, Delaware, en ese lapso en 1988 buscó ser el candidato presidencial por los demócratas, perdiendo con Michael Stanley Dukakis, dos décadas después, tampoco lo logró ante Barack Hussein Obama, entre sus actuaciones más destacadas de esos 36 años en el Senado, podemos nombrar su impulso a Violent Crime Control Law Enforcement Act, conocida como Ley Biden, la cual tipifica 60 nuevos delitos que podrían ser castigados con la pena de muerte, como el Tráfico de Drogas, Terrorismo, y Uso de Armas de Destrucción Masiva, pese a ello, se hizo fama de liberal.

Para las elecciones presidenciales de 2008, Barack Obama le pidió ser su compañero de fórmula, por ello fue el vicepresidente del país de 2009 y hasta principios de 2017, desde el puesto de segundo hombre en importancia del país, influyó notablemente en las políticas de retirada de Iraq, y el termino de la guerra en Afganistán, se pensaba que tendría buenas posibilidades de lograr la candidatura a la presidencia para las elecciones de 2016, sin embargo, la muerte de su hijo Joseph Robinette “Beau” Biden III por un cáncer cerebral en 2015, dejó el camino a Hillary Diane Rodham Clinton, y no fue hasta hace justo un año el 25 de abril de 2019, cuando anunció su deseo de participar en esta campaña por la presidencia.

Al igual que hace cuatro años, con la ex primera dama, el rival más fuerte fue Bernie Sanders, un político con gran arraigo entre los jóvenes, por sus posturas de asistencia universal de salud, baja laboral por maternidad, impulso al respeto de los derechos humanos, la protección del medio ambiente, ha sido muy crítico con la política exterior estadounidense, destacando su oposición a la guerra contra Iraq, algunos exagerando dicen de él que es socialista, ni lejos, ni muy lejos. En la campaña anterior, nunca renunció a la posibilidad de la candidatura, resistió hasta el final, lo cual impidió a su partido y la candidata tuvieran libertad de enfrentar a Donald John Trump quien tuvo meses de ventaja, que con eso y la falta de contundencia de ella, ya sabemos el resultado.

Con Joe Biden, el presidente cometió un error que se sabía de antemano, no le costaría el puesto, pero que lo llevó a momentos por demás políticamente desagradables, ya que a finales del año pasado, fue acusado de dos cargos ante las Cámaras, abuso de poder y obstrucción de la investigación del Congreso, ambos temas relacionados con la petición que hizo al presidente de Ucrania Volodímir Oleksándrovich Zelenski, de espiar la empresa Burisma Holdings, en la que, el hijo de su ahora contrincante Robert Hunter Biden, era miembro del consejo directivo. Todo parece indicar que el presidente Trump telefoneó al mandatario de la nación europea el 25 de julio de 2019, y le pidió información confidencial, sugiriendo posibles actos de corrupción en las empresas de gas, en las que el vástago de su rival era directivo, está averiguación se daría a cambio de ayudas económicas y militares, las cuales con anterioridad el norteamericano ya había congelado, y para ello destituido a la embajadora en Kiev, supliéndola en estos encargos, por su abogado personal el exalcalde de Nueva York Rudolph William Louis Giuliani III, que hizo la labor de dominguillo.

Será una campaña complicada y absolutamente novedosa, la situación atípica del Covid-19, va a provocar cosas que si bien eran usuales, hoy serán fundamentales, es evidente que las redes sociales como el Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp, así como los medios de comunicación “tradicionales” como la televisión y la radio, jugaran un papel determinante, hasta hace unos días el presidente contaba con el índice de popularidad más elevado de su mandato, sin embargo, pero, todo puede cambiar con la atención que tenga y número de muertos que reporte la pandemia, al 3 de noviembre, día de la elección.

 

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