Ya estamos en verano, época de bodas por presentarse tan afable para las celebraciones. Los novios se preparan, pues llevan muchos meses organizando todos los preparativos: la ubicación, el número de invitados, los trámites de boda, encontrar el vestido de sus sueños, y un sinfín de detalles que conlleva organizar un evento de tal achura.

Cuando ya está todo a punto, se convierte en la noche que como “novia” llevabas prácticamente toda una vida esperando… Y es que ha tardado mucho en llegar esa persona en la que sientes que puedes confiar hasta el punto de poder compartirlo todo y con la que estar juntos, no sé si hasta que la muerte os separe, pero sí seguro por muchos años.

Pero retrocedamos y volvamos a las bodas y sus celebraciones. En el primer párrafo mencioné alguno de los acontecimientos que se llevan a cabo a la hora de organizar la celebración en la que se confirma oficialmente el compromiso entre dos personas. En este caso, y ya que no ha sido aún comentado, quiero resaltar “las mesas de boda”. Los novios deciden realizar una lista de cosas que desearían tener, como una cubertería, electrodomésticos, objetos decorativos, cabe elegir lo que quieras. Por supuesto que tener una lista de boda no es obligatorio, pero no nos engañemos… a todos nos gusta que nos regalen algo, ¿no es cierto? Pues bien, la pareja elige la tienda departamental donde realizarán la lista de regalos de bodas y a la que más tarde los invitados tendrán acceso para realizar su compra.

Todo ha salido impecable, sin embargo, la pareja se da cuenta de que nunca recibieron algunos de estos regalos y es aquí cuando ocurren dos cosas: por un lado, la pareja siente reparo en reclamar a sus invitados los regalos y por otro, si preguntan en la tienda departamental, les pedirán una factura de la compra efectuada. Ahora la pregunta a cuestionar es: ¿A dónde han ido a parar estos regalos?
Se conocen y se dan mucho los casos en los que grandes profesionales y establecimientos que se dedican expresamente a los regalos de bodas cometen errores de este tipo. Tal vez sea producto de una manipulación del sistema, de un robo por parte de un empleado o de un simple error técnico. El problema está en que el cliente recibe la aprobación de su compra, pero los recién casados nunca llegan a recibir nada.

Estas tiendas no se pueden permitir errores como estos–hablamos de pérdidas de dinero y de un servicio que no se ha llevado a cabo; sin embargo, los encargados de tienda se limpian las manos y niegan haber registrado tales ventas, haciendo así pasar al cliente por un mal trago. Al fin y al cabo, la responsabilidad en este tipo de situaciones es de la empresa a cargo de la lista de boda. Estos establecimientos, por muy buenos regalos que tengan en carta, deberían prestar mayor atención a este tipo de cuestiones, empezando por los aspectos legales y un buen servicio donde la honestidad es imprescindible para que el negocio crezca.
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Así que, ya sabes: si vas a realizar una compra a través de una lista de boda de un amigo o familiar, asegúrate de que tus datos queden registrados correctamente en el sistema de ventas de la empresa, de que te hagan una factura clara y, por supuesto, la guardes contigo hasta que confirmes con la pareja. Esto significa evitar perder tiempo, dinero y ahorrarse un disgusto. Por lo demás, ¡a disfrutar de un evento tan especial como lo son las bodas!
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