Soy mexicana, y a pesar de que he vivido en Nueva York, Berlín y Barcelona la mayor parte de mi vida adulta, nunca he perdido mi “mexicanidad”; tanto así, que, con sólo saludar a alguien, identifica de una mi descendencia, hecho que me encanta, más aún cuando ese alguien es otro latino como yo, porque así no nos conozcamos, inmediatamente sentimos que tenemos mucho de qué hablar
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