Recuerdo que cuando jugábamos a las barbies, siempre su personaje era la mujer rica y adinerada, con múltiples ocupaciones, mientras mi muñeca siempre iba de falda corta, con zapatos prestados, despeinada y con la actitud de mujer sufrida y engañada, espero que ese juego de niñas no haya tenido nada que ver con mi elección de vida, lo que sí podría reflejarse en que aún sigo robando sus pulseras, tomando su ropa prestada y poniéndome sus zapatos.
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