Parecería que una mujer bonita, joven y aclamada no tendría razones para quejarse de su vida, como si la felicidad fuera directamente relacionada con la belleza y la fama, y, sólo con tenerlas, la vida estuviera completa. La turbulenta vida de Gia Carangi, la supermodelo de los años 70 que sufrió su vida bajo la imagen pública y murió como una de las primeras celebridades víctimas del VIH, demuestra lo contrario.
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