Sueños de Luna

Sueños de Luna

La mujer estaba sentada al atardecer  en la plaza pública del pueblo mirando jugar un grupo de adolescentes a las maromas, el juego de los chicos le pareció divertido y decidió quedarse hasta el anochecer. Cerca de las siete de la noche apareció la luna tras unos empinados cerros iluminando en su máximo esplendor, ella se quedó embelesada mirándola con marcada fijación por un buen espacio de tiempo, pudo ver  una mujer negra en su interior, quien le sonrió amable, agradecida correspondió a la sonrisa y siguió contemplando  el cielo en total plenitud, volvió de nuevo la mirada a la luna y allí  en su  interior estaba la mujer negra  llamándola con ambas manos, ella sintió deseos de volar, subir hasta donde ella y acompañarla en su paso por el firmamento, miró con fijación la luna hasta sentir fundirse con ella, de súbito  comenzó a levitar  y al estar a determinada altura, la levitación aumentó de velocidad hasta llegar a juntarse con la mujer negra que viajaba en el interior del satélite.

“Se miraron en forma mutua, sonrieron y se abrazaron, la gentil anfitriona la invitó a conocer todo su hogar completo”.

 

Las dos mujeres corrieron sobre la faz de la luna, la visitante llegada desde la plaza del pueblo sentía flotar sobre ambos pies; la negra mujer la llevó hasta uno de los extremos y desde allí contemplaron todo el globo terráqueo, unas partes iluminadas y otras en absoluta obscuridad, ambas rieron de la felicidad experimentada y caminaron hasta el centro, la llegada desde la tierra estaba maravillada mirando desde allí hacia el universo, llegaron hasta la entrada de un túnel, la mujer negra restregando su rostro invitó a su huésped a entrar, ella sintió algún miedo, más la curiosidad venció cualquier temor y valiente se adentró en el espacio subterráneo lunar, una caminaba tras la otra. A medida que avanzaban comenzaron a aparecer unas extrañas criaturas con caras humanas, alas de murciélago y cuerpos de jirafas, la terrícola quiso regresarse, pero el ambiente estaba humedecido con una fragancia de ámbar, eso la motivó a seguir avanzando, miró unas plantas de hojas color violeta y flores fluorescentes. “Comienza a verse bello el panorama”, afirmó la invitada, “no temas”, aconsejó la mujer negra recogiendo unas piedras transparentes, “si seguimos avanzando, saldremos al otro lado del sol, allí comienza una ciudad naciente, donde el día no termina, el cielo es un espejo, el mar es blanco como la leche, encuentras flores de otros colores y la gente vive por la eternidad.

 

Será ese el reino prometido”, pensó entusiasmada la recién  llegada, esa idea la motivó a seguir caminando y a no temer ante otras criaturas aparecidas, unos cuerpos de cerdo cubiertos de lana verde, cabezas de sapo, patas de gallina y colas de caballo, ella los miró desconfiada, la mujer negra le guiñó el ojo izquierdo en señal de triunfo y siguieron la ruta iniciada.

 

Arribando estaban a un terreno arenoso cubierto de setas color naranja, cuando la mujer llegada desde la Tierra contuvo el paso al advertir una sombra que caminaba hacia ellas, “sigue, sigue”, aconsejó la mujer negra,  la terrícola no quiso escucharla, se quedó parada esperando ver aparecer el cuerpo que proyectaba aquella sombra. En instantes, allí parada frente a ella, estaba una descomunal criatura de una altura aproximada de dos metros y medio, la mujer la contempló por un instante, lo necesario para identificarla, tenía cuerpo de canguro cubierto de espinas como las del puercoespín, sus patas parecían de elefantes pero solo estaba parado en dos, carecía de cola, su boca tan grande como la del hipopótamo se perdía donde comenzaban unas grandes orejas de burro, la nariz estaba achatada y sus dos ojos eran unas brasas de fuego, la mujer negra se esfumó en el túnel lunar, ella quedó semiparalizada mirando la extraña criatura y cuando advirtió una macabra sonrisa en su rostro cubierto de espinas lanzó un grito horrorizada y decidió darse a la fuga, comenzó a correr a toda prisa de regreso por el túnel, las criaturas cuerpo de cerdo y cabezas de sapo la miraron  huidizos como queriendo ellos también correr; la mujer siguió corriendo sin detenerse, luego miró cómo las criaturas de caras humanas cuerpo de jirafas y alas de murciélago comenzaron a seguirla riendo con fuertes carcajadas, ella colocó las manos en sus oídos para no escucharlas y corrió más a prisa para  no ser alcanzada. Salió del túnel, miró hacia todos lados, no había nadie ni nadie la seguía; decidió seguir corriendo, necesitaba retirarse del espacio lunar lo antes posible, llegó hasta un extremo de la luna y se lanzó hasta el fondo en dirección a la Tierra, estaba a cierta distancia para aterrizar  cuando despertó sobresaltada sintiendo el corazón salir de su cuerpo, sin pensarlo se incorporó, caminó hasta su mesita de noche y tomó entre sus manos un vaso con agua, lo ingirió despacio; ya cuando hubo terminado caminó a la sala de su casa a meditar en lo que había estado ocurriendo mientras dormía.

 

Sueños de Luna

Sueños de Luna

“¡Qué pesadilla tan extraña!”, pensó acomodada en un largo sofá color marrón, miró en derredor  de la sala, los objetos parecían moverse hacia ella. “Dios santo, ayúdame si fue al diablo que miré cuando dormía”, oró. Encendió la televisión; había unos videos con su música predilecta. Se quedó mirando a sus artistas favoritos, marcaban las dos y treinta minutos de la mañana en el reloj colgante de la pared.

Mientras se relajaba mirando los videos recordó el insomnio que le había atacado cuando se fue  a la cama, para combatirlo había tenido que beber una de las pastillas recomendadas por su doctor, “estos malditos insomnios son casi a diario”, dijo para sí misma. Esta noche mientras luchaba en conciliar el sueño miraba como los objetos de su dormitorio tomaban formas humanas y caminaban hacia ella, sin perder la calma se cobijó desde los pies hasta la cabeza, cerró los ojos hasta quedarse completamente dormida para tener la extraña pesadilla.

“Algo hay en todo esto”, dijo en voz baja, se acarició las mejillas, en la televisión apareció un video de heavy metal, inmediatamente lo apagó y se incorporó, fue hasta su dormitorio e ingirió una nueva pastilla para inducir el sueño, mas no quiso acostarse en su cama, “no vaya a ser que sueñe algo peor”, advirtió, abrió la celosías de su dormitorio y descubrió que no había alumbrado eléctrico en la calle, en su lugar estaba la luz de la luna; decidió salir al corredor frontal de su casa para contemplar el amanecer que estaba por llegar. Caminó, abrió la puerta principal y se afianzo sobre la verja, en el cielo la luna llena brillaba en todo su esplendor, la mujer sonrió extasiada y quiso volar hasta ella para descubrir sus tesoros, se quedó mirándola en forma intermitente y por algún momento sintió fundirse con ella, vencida caminó hasta el sofá de espera en el corredor y se tiró sobre él sin dejar de mirar hacia la luna, se quedó  dormida sintiéndose arrullar por la luz lunar  que caía sobre la tierra en esa madrugada de verano.

Cuando despertó el sol estaba cobijando caliente la mañana, se estiró y se frotó el rostro, alarmada con el ladrar de unos perros, se incorporó, miró sonriente las buganvillas y las embolias de su jardín, el loro hacía un gran escándalo en la cocina, luego comprendió que aún estaba viviendo en la tierra.

 

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