Como diría el poeta chiapaneco Jaime Sabines Gutiérrez, “Yo no lo sé de cierto, pero supongo…”, que Estados Unidos nunca ha tenido una mejor representante en nuestro país, como lo ha sido Roberta Steinfeld Jacobson, la primera mujer Embajadora de esa nación en México; solo alguien con su habilidad diplomática, experiencia, empatía y carisma, pudo haberlo logrado, hoy que después de 31 años de trabajo, se retira del servicio exterior, nos engrandece reconocer su acercamiento, y sin duda haber sido la mejor promotora de las riquezas naturales y de los mexicanos.

 

Bye Embajadora

Bye Embajadora

Lo anterior se magnifica cuando revisamos, la actuación de sus predecesores, lo mejores fueron grises, pero los hubo, mediocres, irrespetuosos y hasta groseros. Si iniciamos una revisión a partir de los años ochenta del siglo pasado, el primero fue el descendiente de familias mexicanas, John Anthony Golenor (John Gavin), quien presentó sus cartas credenciales en 1981, actor de Hollywood, que de estar ensayando una obra musical en broadway, pasó a representar a Ronald Wilson Reagan, hasta que en 1986, cuando después de muchas descortesías e intervenciones, aún en manifestaciones callejeras, se pidió su reemplazo, tal vez sea el peor de todos; fue sustituido por Charles J. Pilliod Jr., exgerente de Goodyear, a quien le tocó administrar la crisis dejada por su antecesor y los álgidos momentos de asesinatos que empañaban la relación.

 

En 1989 llegó un especialista en contraterrorismo, John Dimitri Negroponte, representando a George Herbert Walker Bush, hasta 1993; William Jefferson Clinton, envió a James Robert Jones, sustituido por en 1998, por Jeffrey S. Davidow, ambos diplomáticos y con presencia gris en nuestro país, una especie de laissez faire, laissez passer. En 2001 el contexto internacional y la relación bilateral cambió radicalmente, especialmente por la incapacidad del entonces canciller mexicano, Jorge Castañeda Gutman, quien no supo adaptar la relación después de los atentados en Nueva York, al siguiente año, llegó Antonio Oscar Garza, quien tuvo una estancia larga, ya que despacho en la oficina principal de Paseo de la Reforma 305, durante siete años, administrando a un presidente molesto con México, y a otro canciller incapaz como Luis Ernesto Derbez Bautista, le dio tiempo de casarse con una de las mexicanas más poderosas.

 

Con la llegada de Barack Hussein Obama, fue enviado en 2009, Carlos Pascual, a quien dos años después, cuando fue descubierto el operativo rápido y furioso, que introducía ilegalmente armas a México, el presidente mexicano Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, pidió su retiro, tirando por borda el trabajo de la canciller mexicana Patricia Espinosa Cantellano, los siguiente cuatro años, Earl Anthony Wayne, administró la crisis.

 

Lamentablemente de este recuento, podemos decir que la inmensa mayoría, fue un desastre para el nexo entre los dos países, y si no se llegó al rompimiento fue porque como dice la embajadora Jacob, la relación bilateral rebasa los gobiernos, además de una necesidad mutua, pero, sí la dejaban en estado de coma.

 

Nacida en 1960, habla perfectamente español y es sin duda una de las expertas en Política Exterior más capacitadas de su país, egresada de la Universidad de Brown, estudió diplomacia en Tufts, trabajo en la Organización de Naciones Unidas, en el Consejo de Seguridad Nacional, así como en la Embajada de Lima en Perú, ha sido Consejera de Estado para asuntos cubanos y mexicanos, así como para el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México, fue la Secretaria Adjunta para el Hemisferio Occidental, cargo que nunca había ocupado una mujer, dentro de la cancillería yankee, le correspondió en gran medida, las negociaciones que llevaron al acercamiento entre Estados Unidos y Cuba.

 

El 5 de mayo de 2016, después de casi un año de in pass, en espera que el senado estadounidense de mayoría republicana, pasará siquiera a comisiones el nombramiento que había hecho a su favor su presidente, como respuesta a las propuestas migratorias que había realizado, fue que la embajadora Roberta S. Jacobson presentó sus cartas credenciales, entendiendo lo que ella mismo define como intermestic (internacional, pero doméstica), es militante del partido demócrata, por lo que se predijo duraría unos meses en su encargo, el mismo día que cumpla dos años en el trabajo causa efecto su renuncia.

 

Los retos que México y su propio país pusieron a Roberta Jacobson, fueron mayúsculos, el gobierno azteca apostó descaradamente por la candidata a la presidencia que perdió, un canciller bisoño y poco interesado en la Política Exterior, así como una serie de problemáticas, propias de dos países que comparten más de tres mil kilómetros de frontera, el flujo de personas, mercancías, temas medio ambientales, la posible construcción de un muro fronterizo, la discriminación a los migrantes mexicanos, el envío de la guardia nacional a la frontera, así como la renegociación del tratado de libre comercio, pero por sobre todas las cosas, absorber las veleidosas posturas del su presidente.

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