Intuyo que los chilenos se empeñan en radicalizar todas sus posiciones, creo que podría ser, como sucede con todos los pueblos de la humanidad, que la posición geográfica que obviamente no fue decisión propia, ha terminado definiéndolos, ya que, indudablemente el lugar que habitamos en el planeta, en gran medida, nos da circunstancia, y a los chilensis, hacer las cosas que parecieran más extremas, irrebatiblemente les da pertenencia, lo anterior queda demostrado a unas muy pocas horas de definir al próximo presidente de la esa maravillosa nación, con la polarización política en la que están.

 

El pasado 21 de noviembre, 15 millones de chilenos fueron convocados para elegir al presidente que estará en funciones entre el 11 de marzo de 2022, y el mismo día del 2026, lamentablemente más de la mitad de los citados no aceptaron la invitación, y solo 7’114,318 se acercaron a las urnas, por lo que el 47 por ciento decidió entre los candidatos propuestos, José Antonio Kast Rist del Partido Republicano Chileno obtuvo el 28 por ciento de los sufragios, Gabriel Boric Font de la coalición Apruebo Dignidad el 26, Partido de la Gente representado por Franco Aldo Parisi Fernández ganó el 13, el mismo porcentaje logró el  Partido Chile Vamos con Sebastián Iglesias Sichel Ramírez, Yasna Provoste Campillay de Nuevo Pacto Social sacó el 12 por ciento, hubo otros más cuyas votaciones fueron muy marginales, como en la inmensa mayoría de las democracias maduras, los dos primeros pasaron a la segunda vuelta electoral, que será este domingo 19 de diciembre.

 

En sí mismas, todas las elecciones son un caldo de cultivo que puede llevar a distanciar y enardecer a las sociedades, más si en ellas no hay prudencia y declaraciones sensatas, especialmente de los candidatos. Hoy al país andino, le toca lidiar con un proceso de negociación y redacción de la nueva Constitución, que conformará el nuevo contrato de gentes, producto, como recordaremos, de las violentadas luchas sociales que se dieron en los años pasados, y que llevaron a la nación al borde del abismo social, el nuevo documento deberá estar listo a principios del próximo invierno austral, teniendo como principal intención, sanar las venas abiertas los últimos años, sin duda este distanciamiento popular provocó, que los dos candidatos finalistas sean José Antonio Kast, y Gabriel Boric, con las propuestas más radicales que había en el panorama electoral, lo cual afloró tensiones, más allá de lo normal en una democracia tan sólida como la chilena, en parte, ello también puede explicar la baja asistencia a las urnas, por si este mixfuera poco, dirían en mi pueblo, éramos muchos y parió la abuela, esta semana que termina, murió María Lucía Hiriart Rodríguez, viuda del sanguinario Dictador Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, lo que vino a estirar aún más la tensión.

 

A solo unas horas de que los chilenos vayan nuevamente a los centros de votación, las encuestas no podrían estar más parejas, Kast que en la primera vuelta obtuvo 28% de los sufragios, hoy cuenta con 48.5, mientras que Boric de 26 en la ronda inicial, hoy va en 48.4, literalmente será de fotografía, los especialistas llaman empate técnico, el 3.1 de los electores tienen en sus manos la balanza final, si ilusoriamente tomamos en cuenta que todos los inscritos en el padrón fueran a votar, 450,000 personas tienen la decisión de quien gobernará los siguientes cuatro años a 20 millones de habitantes, pero si nuestra referencia es quienes cumplieron con su deber cívico en noviembre, solo 215,000 definirán la elección.

 

Decíamos que las propuestas de los finalistas, no podían ser más alejadas unas de otras, síntoma inequívoco de la polarización que se vive en la nación desde hace ya algunos años; José Antonio Kast, hijo de migrantes alemanes, es un abogado capitalino, graduado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, tiene 55 años, casado con nueve hijos, ha propuesto cavar zanjas para evitar la inmigración, está abiertamente en contra del aborto y de las relaciones homosexuales, habla de un recorte en los impuestos, se declara admirador de Reagan, Thatcher, Bolsonaro y Pinochet, la ultra derecha en su máxima expresión; por otra parte, Gabriel Boric, un joven nacido en 1986, en lo más austral del país, descendiente de los primeros migrantes croatas en la zona de Magallanes y la Antártica chilena, estudió abogacía en la Universidad de Chile, pero no se graduó, dicen los que lo quieren, que le ganó el gusto por trabajar para la gente, vive en pareja pero no está casado, propone aumentar el rol del estado en la economía, poner fin al sistema privado de pensiones, así mismo impulsará si gana, ampliar los derechos sociales, especialmente de las comunidades LGBT.

 

No tendrá que vivir mucho el que se entere del episodio final de esta contienda electoral, la cual sin duda definirá el futuro de nación de mayor progreso y vanguardia en nuestra américa latina.

Sigue leyendo a José Ortíz Adame

No Hay Más Artículos