Esta semana y año que terminan, nos dejan una de las mayores pérdidas que ha tenido la humanidad en los últimos tiempos, el 26 de diciembre pasado, víctima del cáncer de próstata que lo aquejó durante más de dos décadas, murió quien nombró a Sudáfrica como la “Nación del Arcoíris”, debido a su multietnicidad, Desmond Mpilo Tutu, poco después de cumplir 90 valiosos años de edad.

 

El futuro Arzobispo fue hijo de una trabajadora doméstica y un maestro de escuela misionera, nació el 7 de octubre de 1931 en la comuna de Matlosana, a poco más de 150 kilómetros al sur de la actual Johannesburgo, precisamente en el pueblo de Klerksdorp, construido por voortrekkers, o afrikáneres, también conocidos como bóeres, que era como se identificaba a los granjeros blancos, especialmente neerlandeses, los cuales emigraron desde lo que hoy es Ciudad del Cabo, que había sido fundada en 1652 por el administrador holandés John Anthoniszoom van Riebeeck, dichas caravanas conocidas como gran trek o groot trek, tenían el objetivo principal de asentarse, en los territorios al este y noreste de la Sudáfrica presente, en zonas que anteriormente había sido habitadas por negros originarios, los que habían huido debido a la difaqane o lifaqane (periodos de guerra, y migraciones), con las que el Rey Shaka kaSenzangakhona intentó parar infructuosamente la invasión blanca.

 

Después de estudiar lo básico en la escuela en la que el padre era director, junto con el resto de su familia cambió de residencia a Johannesburgo, en donde la economía hizo que se frustrara su sueño de ser médico, mudándolo por educador, en 1953 obtuvo su licenciatura del Colegio Normal Bantú de Pretoria, teniendo como primer trabajo, la escuela en donde regía su papá, en 1955 se gradúa en la Universidad de Sudáfrica y el 2 de julio de ese año, se casa con la también maestra y enfermera Nomalizo Leah Shenxene, con quien tuvo cuatro hijos. Después de graduarse en teología en St. Peters Theological College de Rosettenville, en 1960 es ordenado diácono; dos años después se traslada a Londres, para continuar con su preparación en los asuntos de Dios, los años sesentas fueron de idas y vueltas entre su país natal e Inglaterra, maestrías y doctorado sin concluir (Suele pasar), siempre ligado a los temas religiosos;

En 1975 es ordenado como el primer Obispo Anglicano negro en Sudáfrica,

y con ello rector de la Catedral Johannesburguesa, desde donde incrementó de manera significativa su ya anteriormente iniciada, lucha por los derechos humanos en un país de negros, en donde ser negro, era sinónimo de ser objeto de violencia, y humillación alentada desde el gobierno, posteriormente se fortalece su posición al también, ser Obispo de Lesoto, país rodeado por el suyo.

 

Entre 1953 y 1992, Sudáfrica dio a la humanidad, uno de los peores lapsos de la historia de toda la eternidad, no me cabe la menor duda que es el periodo más imbécil que hemos vivido, me atrevería a pensar, aún más que la guerra provocada por Adolfo Hitler, las dos, son oda a la estupidez humana; el llamado Apartheid, separaba de manera oficial la vida de las personas según su color de piel. La verdad de las cosas es que, desde la fundación de Ciudad del Cabo, la segregación racial fue un hecho, sin embargo, cuando los ingleses ocuparon la región, buscaron terminar con ella, ya que en su país era prohibida, cosa con la que los afrikáneres nunca estuvieron de acuerdo, lo anterior llegó a provocar guerras entre ellos, digamos que las cosas se mantuvieron en un status quo, hasta 1948, en que el Partido Nacional, ganó las elecciones en las que sólo podían votar los blancos, los bóeres eran el 21 por ciento de la población, 11 de otras razas o mestizos, y negros 68, pero que no sufragaba, en 1953 repiten su triunfo, y a su decir recuperan la nación, decretando la división oficial, espacios diferentes pare sentarse en un parque, para ir a la escuela, el transporte, los negros no podían abrir negocios, no podían votar, mucho menos ocupar cargos públicos, esclavizados en su propio país.

 

Desmond Tutu, desde el pulpito, especialmente de la catedral de San Jorge en Ciudad del Cabo, donde hoy es velado, cuando se necesitaba echarle redaños, gritó al mundo las injusticas que se vivían al sur del continente africano; viaja, imparte conferencias, camina, nos dice a todos, que; en un caso de injusticia ser neutral, es estar del lado del opresor, llega el Premio Nobel de la Paz en 1984, sigue predicando el respeto de los derechos humanos, hasta que cae el oprobioso régimen del apartheid,  ya gobernando Rolihllahla (Nelson) Mandela, lo nombra presidente de la Comisión de la Verdad contra los Crímenes de la Segregación Racial, en su informe final, no sólo habla de los crímenes de los Afrikáneres, sino también de los cometidos por el Congreso Nacional Africano que dirigía el ahora líder nacional, qué momento, qué vida.

Sigue leyendo a José Ortíz Adame

No Hay Más Artículos