En un encomiable esfuerzo por sanear las finanzas, y darle transparencia a la que, con sus casi 1’300 millones de seguidores, es la religión más importante de occidente, esta semana que termina, el Papa Francisco, emitió un motu proprio que reglamenta y refuerza, el manejo pulcro de la administración de los recursos, en especial la manifestación de los conflictos de interés, los métodos de clientelismo y, busca evitar a toda costa la corrupción en el Estado Vaticano.

“La fidelidad en las cosas de poca importancia está relacionada, según la Escritura, con la fidelidad en las cosas importantes”,

con esta contundente frase, el Papa Francisco abre su decreto (por propia autoridad), de transparencia, este es, un enérgico llamado para todos los trabajadores seglares, que incluye a los Vicedirectores contratados por al menos cinco años, que tengan funciones administrativas, jurisdiccionales, y de control, pero especialmente para los Cardenales, y Jefes de Dicasterios de la Curia Romana; para que firmen una declaración en la que manifiesten que, no están siendo investigados por corrupción, fraude, lavado de dinero, evasión fiscal, no tener cuentas bancarias en países con alto riesgo de blanqueo de dinero, o financiar el terrorismo, o ser socios en empresas que lleven a cabo prácticas contrarias a la doctrina social de la Iglesia Católica, ni por explotación de menores, así como no tener procesos penales pendientes, sentencias en firme, o que hayan sido exonerados por indulto, amnistía, gracia, o de haber sido absueltos por prescripción, finalmente y como cereza del pastel, se invita a todos los empleados para que de ahora en adelante, no acepten regalos que superen los 40 euros (un mil pesos).

 

Lo anterior refuerza la adhesión que el 19 de septiembre de 2016, hizo la Santa Sede ya con Jorge Mario Bergoglio como Papa, a la Convención de la Organización de Naciones Unidas contra la Corrupción que se llevó a cabo en Mérida, Yucatán, México en 2003, dicha reunión, tuvo por objeto, promover y fortalecer las medidas para prevenir y combatir más eficaz y eficientemente, la corrupción, en donde se manifestó la preocupación de los integrantes del máximo organismo internacional, por “la gravedad de los problemas y las amenazas que plantea la corrupción para la estabilidad y seguridad de las sociedades al socavar las instituciones y los valores de la democracia, la ética, y al comprometer el desarrollo sostenible y el imperio de la ley; así como los casos de corrupción que entrañan vastas cantidades de activos los cuales pueden constituir una proporción importante de los recursos de los Estados, y que amenaza la estabilidad política y el desarrollo”.

 

El motu proprio, mencionado anteriormente no es nuevo, la verdad es que desde su llegada al pontificado

el Papa Francisco, ha sido muy estricto en la búsqueda de la austeridad como modo de vida, limpiar la corrupción, y las sospechas de riquezas ilícitas en la Iglesia Católica,

hace justamente dos años ya se habían emitido las Normas de Transparencia y Competencia de los Contratos Públicos de la Santa Sede y del Estado Vaticano, dicha legislación regula los procedimientos para la asignación de contratos para la adquisición de servicios, suministros, y obras por parte de la Curia Romana (los órganos de gobierno), teniendo como objetivo cumplir con la labor social de la Iglesia y sus principios fundamentales, que tienen como finalidad, el uso sostenible de fondos internos, la transparencia del procedimiento de adjudicación, la igualdad de trato y no discriminación de los licitadores, y la promoción de la competencia efectiva entre licitadores, en particular mediante medidas capaces de combatir los acuerdos ilícitos en materia de competencia y corrupción.

 

Desde que Jorge Bergoglio fue electo, ha tenido diversos enfrentamientos con la indudablemente poderosa burocracia vaticana,

la cual obviamente se niega a perder los privilegios que ha tenido a lo largo de la historia, y que en honor a la verdad, diversos Papas permitieron, por ello es que no deja de llamar la atención, que fue hasta casi quince años después, que la Santa Sede aceptara incluirse en el llamado de ONU, sin duda Francisco no deja de tener en su mente al Obispo de Virginia Occidental, a quien se le comprobaron más de 350 mil dólares en cheques de regalos a otros sacerdotes, y a dos Cardenales en Roma, y por supuesto que siempre recordará a Theodore Edgar McCarrick, que siendo el Cardenal de Washington, tuvo que renunciar para posteriormente ser expulsado de la Iglesia Católica, por  habérsele comprobado que durante décadas, regaló dinero en efectivo a cientos de clérigos estadounidenses; por ello ha solicitado que el Dicasterio de Economía, pueda realizar la comprobación sobre la veracidad de las declaraciones que se presenten, digamos la confianza es poca.

 

 

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