Cuando el 12 de noviembre de 2019, el GULFSTREAM GV-SP-G550, Mat-XC-LOK-FAM3916, de la Fuerza Aérea Mexicana, terminó su periplo por América del sur, traía entre sus pasajeros al expresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Juan Evo Morales Ayma, quien dos días antes había renunciado a su encargo y en menos de 24 horas subió a la aeronave mexicana, para en una extraña travesía llegar al que sería su fugaz destino en la Ciudad de México, venía acompañado del ex vicepresidente del país Álvaro Marcelo García Linera, la ex Ministra de Salud Lilly Gabriela Montaño Viaña, y la otrora poderosísima ex primera Dama, su hermana Esther Morales Ayma.

Sin embargo varios de sus compañeros, para ellos de infortunio, tuvieron que quedarse a resguardo de la Embajada mexicana en La Paz, el ex Ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana Taborga, el ex Ministro de Defensa Javier Eduardo Zavaleta López, el ex Ministro de Gobierno José Hugo Moldiz Mercado, la ex Ministra de Cultura y Turismo Wilma Alanoca Mamani, el ex Ministro de Minería y Metalurgia Félix César Navarro Miranda, el ex Viceministro de Desarrollo  Rural y Tierras Pedro Damián Dorado López, el ex Congresista Héctor Enrique Arcé Zaconeta, el ex Director de la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnología de la Información y Comunicación Nicolás Laguna Quiroga, el ex Gobernador del Departamento de Oruro Víctor Hugo Vásquez Mamani, y la consentida del grupo, Eva Liz Morales Alvarado, quien junto con su medio hermano menor Álvaro Morales Paredes, fueron los únicos, que en medio de la crisis consiguieron un salvoconducto del gobierno boliviano de facto, y salieron con rumbo a Argentina, dando una señal clara a donde pensaba ir su padre en el futuro cercano.

Hasta esos acontecimientos hay lo que pudiéramos llamar claridad, después han pasado muchos actos que van de lo irreal a lo estúpido.

Evo Morales llegó a México dejando a su país en una crisis política y social innecesarias, producto de su arrogancia y falta de sensibilidad, por el absurdo deseo de permanecer ostentando un poder que desde el 21 de febrero de 2016, la población había rechazado, durante sus 20 días en Norteamérica, fue un rockstar, todos querían foto con él, recibió las llaves de la capital del país, dictó conferencias, diputados organizaron colectas para que sobreviviera y tuviera que comer y vestir, pese a que, estaba a resguardo de soldados en la casa de seguridad más impenetrable de la nación dentro del campo militar número uno. Algo pasó, alguien llegó, y zas, salió casi huyendo rumbo a Buenos Aires con escala en Cuba, se dice que a invitación del nuevo mandatario argentino Alberto Ángel Fernández, pero también justamente un día después de que visitó la nación el Fiscal General de Estados Unidos William Pelham Barr, quien aparentemente solo venía a negociar el que su Presidente Donald John Trump, quería declarar a los narcotraficantes mexicanos terroristas, lo que daba la posibilidad de invadir el país para atraparlos, las negociaciones mexicanas con el gobernante Andrés Manuel López Obrador, y el Canciller Marcelo Luis Ebrad  Casaubón, sortearon ese momento, pero en la imaginaria quedó que Evo Morales fue ficha de cambio.

Por su parte desde la llegada al poder el mismo 12 de noviembre, la Presidenta de facto en Bolivia Jeanine Áñez Chávez, no ha dejado de mostrar su inconformidad con el actuar del gobierno de México;

Primero con el asilo del ex mandatario, y la permisividad que tuvo para llamar a sus leales a desestabilizar su nación y generar el caos, así como el trato que tuvo de cuasi mártir, evidentemente lo consideran huido de la justicia, y segundo, por los protegidos en la Embajada mexicana, especialmente Ramón Quintana, a quien consideran artífice de la situación actual, lo que ha generado en los últimos días un recrudecimiento de la relación entre dos países que hasta hace tres meses, apenas y se volteaban a ver.

El gobierno de Bolivia ha dicho que, ha extremado la vigilancia en la Embajada mexicana, porque ha detectado a grupos políticos extremistas que tienen la intensión de asaltarla, y es una forma de proteger los intereses de México, pero en el país azteca se piensa que se está bloqueando e intimidando a la Embajadora María Teresa Mercado Pérez, al personal de la sede diplomática y a los quechuas protegidos, por lo que ha expresado que demandará ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya, “haya nos vemos” fue la respuesta. El Subsecretario de Relaciones Exteriores de México, un bisoño en relaciones internacionales, cándidamente (ternurita), propuso un diálogo directo entre los dos país, la despabilada canciller sureña Karen Longaric Rodríguez, inmediatamente aceptó, pero a nivel ministerial, lo que automáticamente le daría reconocimiento de México a su gobierno, ya que lo consideraría un interlocutor válido, solo por eso, y no más, a veces no es bueno poner a los amigos en posiciones de decisión, aunque nos caigan bien.

 

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