A pesar de que en ocasiones pasan cosas sin sentido aparente, y que pueden llegar a desmotivarnos, como la guerra que hoy vivimos producto de la invasión de Rusia a Ucrania, casi inmediatamente después, como si salieran de la chistera de un mago, se dan acontecimientos que maravillan, y nos hacen rendirnos ante la brillantez y proeza de algunas personas, estos días me causó gran admiración, espero no ser el único, la localización a 3,000 metros de profundidad del Endurance (resistencia), un bergantín rompehielos de solo 44 metros de eslora, chimenea y tres palos, que con 28 tripulantes, se hundió hace 106 años, en el mar de Weddell, en medio del hielo de la Antártica.

 

Durante la última etapa del siglo XIX y la primera del XX, se vivió lo que pudiéramos llamar, una carrera desaforada por conquistar los polos de nuestro planeta, muchos valientes expedicionarios, arriesgaron no sólo sus recursos y tiempo, sino también sus vidas, en la búsqueda de rutas, lugares, y por supuesto riquezas, en las zonas más inhóspitas y alejadas de la tierra, mejor dicho del hielo, o como dijo el inglés Apsley George Benet Cherry-Garrard (1886-1959) “la exploración polar es la forma más radical y más solitaria de pasarlo mal que se ha concebido”, en estas aventuras también son destacadísimos, su compatriota Robert Falcon Scott (1868-1912), el noruego Roald Engelbregt Gravning Amundsen (1872-1928), y el irlandés protagonista de nuestra historia, Ernest Henry Shackleton (1874-1922), y muchos, cientos más, que se brindaron a estas andanzas, como el fotógrafo australiano James Francis Hurley (1885-1962), que gracias a él tenemos los registros más espectaculares de los últimos nueves meses del Endurance, desde casi el momento en que encalló en el hielo, hasta las tres últimas hurras que le brindó la tripulación.

 

Aprovechando que aún es verano en el hemisferio austral, la empresa británica Falklands Maritime Heritage Trust, integró una misión de búsqueda del Endurance, situación que se antojaba casi imposible de lograr, ya que el área en la que se podía encontrar el barquito es de 3,900 kilómetros cuadrados, para ello se contrató como jefe de misión, al experimentado investigador polar Dr. John R. Shears, quien utilizando el rompehielos sudafricano S.A. Agulhas II, esta semana que termina, anunció que, después de más de 15 días y con la utilización de drones subacuáticos, en temperaturas por debajo de los -18 grados Celsius, encontraron los restos hundidos el 21 de noviembre de 1915, a siete kilómetros de donde fue el desastre del Mar de Weddell, justo al este de la Isla Elefante y al noreste de Graham Land de la Península de la Antártica, las fotografía del timón y del nombre navío, con la estrella polar que recuerda que cuando fue botado se llamó Polaris, nos parecen sacadas de un cuento en el que triunfa Poseidón.

 

Ernest Shackleton a los 16 años le dijo a su padre, que ya de la escuela estaba bien, y que, lo que en realidad quería era embarcarse en la armada real, cosa que no era posible para las capacidades económicas de su progenitor, pero buscó la forma de que ingresara como grumete del velero Hoghton Tower, en ese navío viajó por el mundo, conoció a todos y más, a los 20 años fue aprobado como segundo oficial, y a los 24 nombrado capitán, sus conocencias le permitieron llegar a Clements Robert Markham jefe de la expedición del barco Discovery, que en 1901 fue el primer intento de los británicos por el explorar la Antártida, como suboficial estuvo bajo las ordenes de otro grande del tema, Robert Scott, la misión que partió de Nueva Zelandia, si bien alcanzó lugares insospechados fue terrible para todos, y generó una enemistad entre los dos. Ya como jefe de misión hizo el mismo intento, ahora en 1907, a bordo del Nimrod, la osadía llegó más lejos pero nuevamente el fracaso se dejó venir.

 

El Endurance que hoy es patrimonio de la humanidad e intocable, entró en escena en el segundo intento de Shackleton como jefe de misión, ahora por el Atlántico, desde las Islas Georgias del sur, la Expedición Imperial Trasatlántica, tenía el objetivo de entrar por el mar de Weddell, desembarcar y atravesar el Polo Sur, llegar al mar de Ross, ya en Oceanía, y de ahí, a Nueva Zelanda o Australia, se inició la entrada a la bahía, pero la banquisa fue más poderosa que el bergantín, sin duda heroicamente resistió durante nueve meses, hasta que el hielo terminó por mandarlo al fondo del Mar, todo ese tiempo Shackleton y sus 27 tripulantes fueron espectadores, esperanzados a que cediera la naturaleza y les permitiera seguir, no fue así, desmontaron la lancha de salvamento James Caird, y dos tomos de la enciclopedia británica que bajaron para leer por si se aburrían, navegaron 1,287 kilómetros hasta las Georgias del sur nuevamente,

las fotos de los perros y los pingüinos emperador despidiendo el Endurance justo cuando se quebraba, son de premio.

 

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