Si bien es cierto los Embajadores de un gobierno ante otro, son en estricto sentido una representación institucional, la verdad de las cosas que también, y casi con mayor certeza, se convierten en la voz y oídos del gobernante de un país ante el anfitrión, por lo que, deben ser personas que aparentemente gocen de la máxima confianza de quien los nombró para el encargo, por ejemplo en México, cuando los ratifica la Cámara de Senadores, les confiere el titulo de extraordinarios y plenipotenciarios, si bien tenemos que acotar, que con la velocidad de la información que gozamos actualmente, como diría una amiga conocedora del tema, no es lo mismo ser Embajador hoy, que en el siglo XVI.

 

Pese a los controles contemporáneos que tiene un Embajador, de cualquier forma, se hace que idealmente sean personas de alta calidad moral, y ética, también ayuda, si se puede, algo de cultura general, pero sobre todo ser conocedores tanto del país al que fueron enviados, como muy importante de México. Lamentablemente en nuestro país, en muchísimos casos no se cumplen ninguno de los preceptos, ya que podemos hablar por cientos tal vez miles, de Embajadores que fueron nombrados como castigo, para alejarlos de la vida política, premiados por “servir” al Presidente en turno, o a bandidos a los que se les otorgan inmunidades para sus fechorías.

 

Todo lo anterior porque, esta semana que termina, se le puso la cereza al pastel del batidillo que se ha hecho con la relación diplomática más importante de esta nación con el mundo, y es que de verdad, no se puede entender por qué con un asunto tan importante y delicado, se hacen tan mal las cosas, desde el 3 de noviembre que concluyó la votación en la elección presidencial en Estados Unidos, de la que salió vencedor Joseph Robinette Biden, no se tuvo la cortesía de felicitarlo, como ya se había hecho con los electos de Argentina y Bolivia, se prefirió argumentar la Doctrina Estrada, a la que se le dio la categoría constitucional que no tiene (debería pero no), que habla de Reconocimientos a Gobiernos, y se confundió con la No Intervención, lo cual no tiene nada que ver, si es solo un saludo y ya.

 

Durante mes y medio se continuó con la terquedad desoyendo el consejo de la experimentadísima hasta hoy Embajadora en Washington Martha Elena Federica Bárcena Coqui, tía política de la no primera Dama, quien se supondría tenía línea directa a Palacio Nacional, sin embargo el 14 de diciembre, como se sabía que pasaría, el ganador de la elección en EEUU, fue declarado Presidente Electo, y ahí vino la amenaza, perdón la felicitación; diría el grandioso Jaime Sabines Gutiérrez, no lo sé de cierto,,,,, pero algo pasó, algo se rompió, alguien habló, y fuera de todo protocolo, casi increíble que con tanta experiencia y sabiendo donde estaba, la Embajadora renuncie públicamente y se auto jubile, y nos muestra a todos, su desgaste, alejamiento del Canciller y del Presidente, pero especialmente su enojo al no ser la interlocutora que se supone debería ante el gobierno estadounidense, ya como un cariñito del influyente sobrinazgo la propondrán eminente.

 

Como en los mejores y más memorables pleitos en callejones oscuros, viene el desquite inmediato, la revancha, no pensado, a navajazo limpio, se propone sin plácet, como nuevo representante de México en la capital del río Potomac, al que hasta este momento es el Secretario de Educación Pública. El beneplácito, es el consentimiento que da el gobierno que recibe a la persona propuesta, y debe de ser con absoluta discreción, lo que otorga a los dos Estados la posibilidad de negociarlo o definitivamente negarlo, especialmente por razones ideológicas, o posiciones políticas; en está ocasión estamos ante un hecho inédito, ya que al abrirlo, el Presidente mismo, solito se expone, ya que será evidente y público, el tiempo que la nueva administración de Estados Unidos, tarde en dar su aprobación, y no quiero pensar como factura de la no felicitación, en un posible rechazo; recordar, Barack Hussein Obama, por un agravio menor, mantuvo la Embajada en México un año sin representación, alguien me dijo, así son los demócratas.

 

Esteban Moctezuma Barragán, ¿será el indicado para recomponer la relación?, veamos, graduado en economía por la UNAM, maestría de Cambridge en economía política, con solo 28 años, secretario particular de Francisco Buenaventura Labastida Ochoa, quien fue el primer candidato priista en perder la presidencia de la república; Ernesto Zedillo Ponce de León, lo nombró secretario de gobernación, con la misión principal de negociar la paz con el Ejercito Zapatista, fracasó al enfermarse de los nervios y renunció, posteriormente el PRI le regaló una Senaduría que abandonó, para ser preparado como precandidato presidencial desde la secretaria de desarrollo social, sueño que no pudo concretar, pasó 16 años como encargado de la fundación de uno de los empresarios más allegados al actual gobierno, como agradecimiento a esté, fue colocado en el encargo que hoy tiene, su principal tarea revertir la reforma educativa y controlar a la mafiosa Coordinadora de Maestros, usted dirá. MOCTZUMA EN WASHINGTON

 

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