En esta semana de pascua que terminó, una amiga irreverente, me envió por medio de una bendita red social, un meme que decía, “Quien ascendió a los cielos (por estas fechas), y fue hijo de carpintero, Siiiii, Yuri Alekséyevich Gagarin”. Efectivamente,

el 12 de abril se cumplen seis décadas, del fabuloso viaje que llevó al primer hombre a orbitar la tierra, 

este evento me parece espectacular, porque sin duda marca un hito en el desarrollo de nuestra humanidad.

En 1961 el planeta se encontraba inmerso en la cresta de la Guerra Fría, en la que Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, tuvieron a bien mantenernos durante casi 50 años, esos días se caracterizaron por las diferentes tensiones, que entre otras cosas iban provocando; la descolonización de la inmensa mayoría de los países africanos, así como muchos asiáticos, y que los liderazgos mundiales querían sumar a su grey, inició el apogeo de la Guerra en Vietnam, se construyó el oprobioso Muro de Berlín, tuvo su momento culminante la famosa crisis de los misiles en Cuba, pero sin lugar a dudas el ámbito de competencia más disputado, y temible por todos, por las consecuencias devastadoras que esto podía generar, fue el espacio sideral, lugar en el que los soviéticos tomaron una ventaja considerable, ya que para 1957 orbitaron el primer artefacto construido por el hombre, el satélite Sputnik I, y a finales de ese mismo año, la perra Kudryavka (pequeña de pelo rizado), fue el primer ser en sobrevivir por siete horas en una misión similar en el Sputnik II, pese al relativamente poco tiempo en el cosmos, la famosa ladradora callejera (Laika), generó los resultados científicos suficientes, para que en misiones posteriores el viajero fuera un hombre, un salto gigantesco.

Hace justo sesenta años, el programa Volstok, fue el que llevó a los primeros seres humanos a bordear la tierra,

tuvo seis misiones, todas partieron desde el cosmódromo de Baikonur (Leninsk), en la localidad de Tiuratam,

ubicada muy cerca del Mar de Aral, en centro de la actual Republica de Kazajistán, que aún hoy, es el centro de despegue espacial de Rusia, por el que paga una altísima renta; en dicho lugar, los viejos aún recuerdan con humor y patrioterismo, como el piloto espía de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Francis Gary Powers, fue derribado con un misil tierra-aire el 1° de mayo de 1960, al pilotear un Lockheed U-2, en el que había partido desde la base militar de Incirlik, Turquía, que al pasar sobrevolando por Tiuratam la neblina le impidió ver la ciudad, y obviamente no fotografió las instalaciones espaciales, por ello es que dos años después, cuando regresó a Estados Unidos en un intercambio de espías reos, fue criticado y segregado en su país, por no usar el dólar de plata, en el que se ocultaba la aguja de suicidio, que según sus mandos debió utilizar al momento de caer prisionero.

El Volstok me parece fabuloso y por demás exitoso, bueno hasta donde se sabe, no podemos pasar por alto que los soviéticos, en muchísimas cosas ocultaron y mintieron sobre accidentes y contratiempos ocurridos, especialmente cuando se trataba de asuntos militares, pero con lo que se conoce, merece elogios, todas las misiones fueron tripuladas, y progresando en dificultad y tiempo de estadía, la primera de ellas, duró “solo” 108 minutos, que fue en lo que la nave dio una vuelta a la tierra, la segunda avanzó a un día entero, la tercera y la cuarta fueron conjuntas, algo muy complejo en su momento, lo mismo que la quinta y sexta, que duraron cinco días, esta última en 1963, llevó a

la primera cosmonauta del mundo Valentina Vladímirovna Tereshkova, siendo también la primer civil en viajar a los parajes de Urano.     

Yuri Gagarin nació en 1934 en Klúshino, relativamente cerca de Bielorrusia, fue hijo de un carpintero y campesina, terminada la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a vivir a Saratov, como sucede con muchas cosas en la vida, un día que no tenía nada que hacer, se inscribió como voluntario de fin de semana en un club de vuelo, lugar en el aprendió a volar un biplano Yak-18, como era pequeño de estatura, medía 157 centímetros, se le dificultaban los aterrizajes, pero nada que un cojín no pudiera solucionar, después de varias asignaciones fue recomendado para el Programa Espacial, sin duda era bueno en su trabajo, pero su estatura ayudó al buscarse la tripulación para una nave, que solo tenía 2.3 metros de diámetro, al grito de “Poyejali” (Vámonos), despegó de la faz de la tierra, a partir de ese momento fue un héroe, la gloria en vida fue de poco tiempo, ya que siete años después murió en un accidente al desplomarse el avión que piloteaba, hoy sus cenizas están en los muros del Kremlin, y en la Ploshchad Gagarina un espectacular monumento en su honor, nos lo recuerda.

 

 

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