Llegó el otoño, lo supe y lo sentí desde que se cayó la primera hoja en mi patio a fines de septiembre. Lo sentí con un ligero dolor en el pecho, como un recuerdo desagradable que no quisiera entretener, como aquella mirada de desamor que me dejó sin palabras. Así me afecta la primera señal del otoño, así me afecta siempre. Para mí el caer de las hojas avisa la oscuridad del invierno y de otro verano que no volverá. Otro verano en que quise saltar y bailar en los marullos y no lo hice, quise comerme un guineo en el parque debajo un árbol mientras escribía un poema de amor y no pude, otro verano que se fue. Por lo llegué a sentarme en el sol y dejé que su calor me arropara cariñosamente, mientras le rogaba que no me dejara, que sin él la tristeza me invade. Todos los años es lo mismo, el caer de las hojas me dice que pasó el verano de mi último cumpleaños y me pregunto si veré el del próximo.

Las hojas siempre se ponen más bellas antes de desprenderse del árbol, y mueren después de alcanzar su más regio esplendor. Entretienen con sus luminosos colores pero hablan del gris y frío invierno que se aproxima. Me comparo con ellas. Una vez fui esa hoja encendida, la roja. Fui impetuosa, regia, valiente, y ahora mis colores se van apagando… Jajaja, todavía no me he caído del árbol pero me aferro a él en mi propio otoño.

 

Marchita brisa, y vuela mi verano,
así se irán mi luz y mi alegría…

Me envuelves en tu nube gris y fría,
llegaste tornadizo, dios pagano.

 

Te ocultas en el oro de tus hojas,
tus seductores días son de ensueño, 
pero calvas tristezas y eres dueño
de profundas y oscuras, mil congojas.

 

A tu viento y tu lluvia yo recelo, 
desde mi mustio, muy turbio cristal.
Belleza dolorosa que a mi mal
alimenta al pasado y a mi desvelo.

 

Me veo en primavera, tan feliz,
el olor de las flores era el mío.
El otoño en mi vida es un desliz

 

Que me trae amargura, harto de frío…
…En mi espejo quedó su cicatriz y ahora es al invierno que yo hastío…

 

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