Según la Enciclopedia Británica, y la BBC como mínimo murieron ocho millones de congoleños.

Gracias a las riquezas del Congo un pequeño estado se convirtió en una potencia económica en menos de tres décadas. Pero el costo humano en vidas y sufrimiento de aquel progreso material fue enorme.

La rapacidad y brutalidad de los europeos en el Congo es seguramente el capítulo más vergonzoso de la colonización de África.

El Congo fue una propiedad personal, ojo, personal del rey de Bélgica Leopoldo II, entre finales del siglo XIX y principios del XX. Es inenarrable la matanza y barbarie acontecidos entre 1.890 y 1.910.

En 1.865 Leopoldo II asumió el trono de Bélgica, que para entones había obtenido la independencia de Holanda. Ambicioso de poder creo el Estado Libre del Congo con la anuencia de Francia, Gran Bretaña y Alemania con argumentos filantrópicos, pero de su propiedad. Las banderas de todos los países podían tener acceso a él a través de la gran arteria fluvial que es el caudaloso río Congo. Aunque Leopoldo II manifestó que no buscaba beneficios económicos, el bienestar de sus súbditos negros no le preocupaba mucho. Nunca viajó al Congo a visitarlos y era accionista de todas las empresas que se formaron para la explotación minera y caucho.

 

 Al Congo llegó a fines del siglo XIX un explorador nacido en Reino Unido, Henry Morton Stanley, cuyo sueño era establecer asociaciones de libre comercio con las comunidades que iba conociendo. Pero estos fueron destrozados por el infame rey de Bélgica, Leopoldo, quien creó un vasto imperio privado.

Las riquezas principales del paísque interesaban a los europeos eran el caucho, la madera, el marfil y laminería. En pocos años se construyeron en el Congo vías férreas, se fundaron ciudades, se desarrolló la explotación minera, se levantaron escuelas y hospitales. Pero también se confiscaron tierras, se aplicó un sistema de trabajos forzados inhumano, se introdujeron enfermedades que ocasionaron una gran mortandad. Era la otra cara de la moneda del colonialismo.

La explotación del Congo se hizo con medios brutales. Para obligar a los nativos que trabajar se les castigaba a latigazos, se les inmovilizaba con cepos, se les colgaba de las manos en los árboles durante días. Alos que no aportaban suficiente cantidad de productos se les cortaban las orejas o las manos, se secuestraba a sus mujeres. Todas estas atrocidades fueron denunciadas por misioneros, diplomáticos y filántropos. El primero en hacerlo fue el norteamericano de raza negra George W. Williams, cuya Carta abierta al rey Leopoldo II, publicada en forma de panfleto en 1890 en su país y Europa, despertó muchas conciencias.

Llegó un momento en que el parlamento belga tuvo que actuar. La información recogida por una Comisión de Investigación no dejaba lugar a dudas: en el Congo se habían cometido más barbaridades que en el resto del continente africano. La Comisión reunió muchos testimonios de congoleños que habían sobrevivido a terribles maltratos y mutilaciones. Sus declaraciones estremecieron a más de un juez.

¿Cómo era posible que su rey se hubiera convertido en cómplice de tanta violencia, de tantas atrocidades?

En 1908 Leopoldo II cedió el Congo a Bélgica. A partir de entonces la explotación de los recursos de la gran colonia naturalmente no cesó, pero por lo menos los métodos de explotación se suavizaron. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y saqueadas sus riquezas.

El suministro más grande de caucho fue encontrado justo cuando se había vuelto una materia prima indispensable en Occidente, en virtud de las llantas de bicicletas y autos, así como el aislamiento eléctrico.

La locura por las bicicletas en la Inglaterra victoriana fue facilitada por el caucho congolés recogido por los esclavos.

 

Hombres congoleses eran acorralados por la brutal fuerza de seguridad belga, sus esposas internadas como garantía y maltratadas durante su cautiverio. Los hombres eran forzados a la selva a cosechar el caucho.

La desobediencia o resistencia era castigada inmediatamente con azotes, amputación de manos y muerte. Millones perecieron.

Los líderes tribales capaces de resistir eran asesinados, la sociedad fue diezmada y se les negaba la educación.

Se creó un régimen rapaz y bárbaro de una élite belga sin el mínimo interés en desarrollar el país o su población… y aún perdura.

El Congo es para nosotros un lejano país africano que poco nos ha preocupado, aunque nos interrelacionamos por muchos aspectos, pero es bueno conocer algo de su historia para no repetirla. Hoy es la Republica Democrática del Congo, con la Selva mas extensa del planeta después de la Amazónica y mantiene el monopolio del mineral Coltán. Se calcula una población de más de 70 millones de habitantes.

 

Sigue leyendo a Oscar Delgado

No Hay Más Artículos