REFLEXIONES EN PANDEMIA

Por estos días de confinamiento global, recordemos algunas diferencias culturales y educativas.

Hablando de la limpieza, los orientales enseñan a sus gentes desde la escuela a limpiar todo, los baños, el aula de clases, barrer la casa, el aseo de las calles, la asepsia en las manos, el aseo en los lugares públicos, incluso en los estadios después de las competencias.

En nuestros países, la limpieza está a cargo sólo de los menos favorecidos por la sociedad. El que hace limpieza en las calles, es un barrendero de estrato bajo, en casa estas labores son para la empleada del servicio. En las aulas quienes hacen el aseo son los aseadores de otro nivel y los alumnos que se ven en estas labores lo hacen como castigo por su indisciplina o mal desempeño escolar. Es una gran diferencia cultural y de niveles sociales.

La educación de los hijos es muy respetuosa, no son amigos, son padres, En nuestra época ellos nos tenían respeto y a veces miedo, hoy somos nosotros los que les tememos.

En el aspecto laboral, además de heredar los trabajos y de ejercerlos con una mística casi religiosa, los empleados acuden a sus patronos, sindicalizados o no, a ofrecer mejoras o innovaciones a su labor, llevando un pliego de ofertas para mejorar y ahí sí solicitando que ofrece la empresa para implementarlas. Nosotros en cambio llegamos con un pliego de peticiones, y amenazas de paro si no se aceptan nuestros pedidos, sin ofrecer nada a cambio.

Igual sucede en el aspecto religioso y espiritual: Van al culto o a los lugares religiosos a ofrecer y no a pedir como lo hacemos nosotros. Tenemos que aprender a rezar ofreciendo y pedir dando algo a cambio.

Hay una costumbre que también deberíamos imitar y es la de sembrar un árbol en la fecha que celebramos los eventos más significativos:

cumpleaños, nacimientos, grados, fallecimientos y demás. Es una forma de permanecer en el corazón y en el recuerdo.

Vivir en grande, sin mentalidad de pobres, sin diminutivos a las cosas y a las acciones,

Sigue leyendo a Oscar Delgado