Esta es una historia real acontecida en el aeropuerto de Memphis, Tennessee, que por su dramatismo la traigo hoy a mis lectores.

El 7 de abril de 1994, poco antes de las tres de la tarde, Andy Peterson, un piloto de 39 años que laboraba para FedEx abordó un avión de carga DC-10 en el Súper Concentrador. Estaba programado para unirse al Vuelo 705 como ingeniero de vuelo; desempeñando una función de apoyo encargándose de monitorear y operar los sistemas del avión. Apenas Peterson ingresó a la aeronave, fue recibido por Auburn Calloway, un compañero ingeniero de vuelo de 42 años. Calloway se presentó a sí mismo como “deadhead”, para el vuelo. Sólo estaba allí porque necesitaba un “aventón”.

Poco después, a estos hombres se unieron el piloto del avión, capitán David Sanders de 49 años, y el copiloto, el capitán Jim Tucker de 42 años. El DC-10 estaba repleto con equipo electrónico con destino a San Jose, en última instancia hacia Silicon Valley. Pero el Vuelo 705 ni siquiera se acercaría a California ese día.

Era la primera vez que el equipo del Vuelo 705 volaba junto, y ninguno de los hombres se había reunido previamente con Auburn Calloway, pero cada uno de los veteranos de FedEx conocía muy bien lo que tenían que hacer. Preparándose para el despegue, Sanders y Tucker se acomodaron en la cabina, y Peterson tomó su lugar en el asiento del departamento de ingeniería, justo atrás del asiento del copiloto. En cuanto inició el trabajo, el Ingeniero de Vuelo Peterson descubrió que su colega Calloway ya había iniciado el procedimiento previo al vuelo. Esto se considera una violación a las normas, pero Peterson optó por no quejarse. Durante su rutina de comprobación, se dio cuenta que el interruptor automático de la grabadora de voz en la cabina (CVR) necesitaba ser reinicializado, algo con lo que nunca se había topado antes. Cuando regresó a la cabina después de ejecutar otras revisiones en la aeronave se dio cuenta de que el botón de CVR estaba una vez más en la posición de apagado. Perplejo, corrigió e hizo una nota mental para informar del problema a mantenimiento en caso de que continuara.

Habiendo finalizado las preparaciones previas al vuelo, el equipo fue autorizado para el despegue. Calloway se acomodó en el asiento plegable en la cocina, justo del otro lado de la cabina donde Sanders y Tucker piloteaban la aeronave.

Salvo una sucesión inesperada de eventos, el viaje de ida y vuelta a San Jose les tomaría 10 horas.

A medida que el avión ascendía para tomar altitud, Calloway se desabrochó el cinturón de seguridad y cruzó la cocina para recoger su equipaje de mano. Sonidos de risas se escucharon desde la cabina mientras el equipo de vuelo bromeaba con el equipo de tierra. Tucker había hecho algunos chistes sobre algunos “goatrope” – un término utilizado para referirse a las buenas intenciones que salen mal – del equipo de tierra. Mientras la tripulación de vuelo socializaba un poco, Calloway silenciosamente abrió la funda de una guitarra acústica que había llevado en el vuelo y extrajo un par de martillos.

Pese al calmo e inocuo exterior que Auburn Calloway había mostrado a sus compañeros de FedEx aquel día, el hombre se encontraba atravesando por un trance mental muy extraño. Su currículo sugería un empleado saludable y bien balanceado – se había graduado de la Universidad de Stanford y había pilotado para la Marina, además de ser un experto en artes marciales. Su propósito en la vida era proporcionar una educación de calidad hasta la universidad a sus dos hijos, y el camino pragmático para lograr dicho objetivo era hacer una carrera como piloto comercial. Pero las circunstancias recientes lo habían sumido en la desesperación. Sentía que FedEx lo había discriminado por sus raíces afroamericanas, desperdiciando su potencial como piloto y relegándolo a simples tareas como ingeniero de vuelo. Su esposa lo había dejado cuatro años antes. Y recientemente, la administración de FedEx había descubierto algunas “irregularidades” en los informes que elaboraba durante sus horas de vuelo. Calloway estaba citado a presentarse a una audiencia para discutir estas sospechosas inconsistencias el 8 de abril – un día después de que el Vuelo 705 surcara los cielos. Calloway estaba seguro de que esta audiencia de FedEx se traduciría en su despido, y junto con esto, se iba la posibilidad de ofrecerles un buen futuro a sus hijos.

La semana anterior a la audiencia programada, Auburn Calloway empezó a ordenar sus asuntos financieros. Recolectó toda su riqueza y la transfirió a su exesposa, incluyendo casi US $14,000 en cheques de caja y aproximadamente US $40,000 en títulos. Acudió a un abogado y revisó su testamento, también actualizó la información del beneficiario para su seguro de vida laboral. Según las pólizas de muerte accidental de FedEx, si Calloway moría en el trabajo, su familia recibiría la friolera de US $2.5 millones como compensación. En consecuencia, Calloway vio la oportunidad de asegurar el futuro de sus hijos haciendo parecer que su padre tuvo un accidente en el trabajo.

Antes de su vuelo, Calloway pasó el día alistando los detalles de última hora. Dejó su testamento y algunos otros documentos en una pila ordenada al lado de su cama, y reemplazó el instrumento en su estuche de guitarra acústica con otros más contundentes. Telefoneo a FedEx para asegurarse de que le darían el “aventón” en el Vuelo 705 y salió temprano para cerciorarse de que sería el primero en llegar a la aeronave. Cuando abordó el avión apagó la grabadora de voz en la cabina, esperando prevenir que pudiera ser registrada cualquier riña en la grabadora de vuelo. Después de que Peterson encendiera el interruptor, Calloway intentó una vez más cuando el ingeniero de vuelo se alejó, pero Peterson era demasiado meticuloso. Con un plan de respaldo, Calloway tendría que volar el avión cuando menos media hora para borrar cualquier registro de un alboroto en el bucle de 30 minutos del CVR.

Algunos minutos después, mientras salían de Memphis, Jim Tucker tenía el control del avión y subía para ganar altitud. El capitán Sanders señalaba algunas marcas por la ventana de la cabina mientras Auburn Calloway se colaba silenciosamente en la cabina del piloto. La cabina del ingeniero de vuelo estaba justo a la derecha de Calloway, y los pilotos estaban justo frente a él. Todo ellos tenían la puerta a sus espaldas, por lo que sólo él podía ver periféricamente al entrar, supusieron que había irrumpido para hacerles una visita. El primer indicio de problemas en la grabadora de la cabina fue un crujido húmedo y Andy Peterson gritando de dolor y sorpresa.

Sanders: ¿Ves esos árboles?

Tucker: Sí.

Sanders: Esa es una falla geológica natural.

Tucker: Oh, esa es la Nueva Madrid, uh…

Sanders: Bueno, es parte de, sí, pero es mucho más alto en elevación, y el clima es diferente, vuelas por Arkansas, vuelas justo sobre ella.

Tucker: Bueno, yo…

Sanders: Ves todos esos árboles de ahí, todo eso es.

Tucker: Lo sé, pero me pregunto sobre eso. Ve, Wynne y todo, ya sabes, cosas por aquí, ya sabes, donde es plano y donde se cruzan, me pregunto sobre eso. ¿Eso no es parte de la elevación y de las líneas de montañas? ¿Es más hacia el oeste, no es así?

Sanders: Sí.

Peterson: Altímetros.

Tucker: Nueves y doses aquí.

Peterson: Después del despegue se ha completado.

Tucker: ¿Tú, uh, Dave has vivido alguna vez en Arkansas, o…?

Sanders: No, yo vivo en Fisherville.

Tucker: Aw, Fisherville, gran lugar.

(Sonidos de golpes de martillo impactando a los pilotos.)

Peterson: ¡Ay!

Tucker: ¡Dios!

Tucker: Oh, ah, mierda.

Sanders: ¡Dios todopoderoso!

Peterson: ¡Ay!

Tucker: ¿Qué diablos estás haciendo?

Sanders: Dios, (gemido), (gemido), ¡Dios todopoderoso! Dios, Dios, Dios…

Tucker: Sácalo, atrápalo, atrápalo.

Sanders: Va a matarnos.

Tucker: ¡Atrápalo!

Sanders: ¡Levántate, atrápalo!

Peterson: ¡No puedo, Dios!

Auburn Calloway había dirigido un martillo con gran fuerza a la parte superior de la cabeza de Andy Peterson en varias ocasiones. Jim Tucker se volvió para ver qué pasaba y recibió el golpe de uno de los martillos de Calloway que aterrizó con un golpe demoledor en la parte superior izquierda del cráneo del copiloto, arrojando fragmentos de hueso a su cerebro. Había incapacitado temporalmente a dos tercios de la tripulación, entonces Calloway dirigió su atención hacia el piloto. El capitán Sanders logró desviar algo de la lluvia de martillazos, sin embargo, varios golpes penetraron sus confusas defensas y lo dejaron desorientado y sangrando.

Calloway fue nuevamente a la cocina, mientras los miembros de la mutilada tripulación intentaban desenredarse de sus asientos, estaban indefensos y con un dolor insoportable. Los paneles de instrumentos estaban salpicados de sangre y los tres hombres sangraban copiosamente de las heridas en sus cabezas. El copiloto Jim Tucker, incapaz de salir de su asiento, dijo repetidamente a sus compañeros “atrápenlo”. El ingeniero Andy Peterson apenas y podía escuchar debido a un sonido fuerte en sus oídos.

Antes de que Sanders y Peterson pudieran actuar, Calloway regresó con un arpón. Su ataque inicial empleaba objetos contundentes porque sabía que serían coherentes con las lesiones sufridas en un accidente de avión, así, evitaba la sospecha de juego sucio.

Pero había llevado el arma consigo por si los martillos no hacían el trabajo que debían con la tripulación de vuelo. “Siéntate, siéntate”, ordenó. “Vuelve a tu asiento, es un arma de verdad, te mataré”. Pese a su comprometida situación, quedaba bastante claro para Sanders, Tucker y Peterson que Calloway ya había intentado matarlos una vez, y dada la oportunidad era muy probable que retomara su ataque.

Mientras Calloway apuntaba el arma a Sanders, Peterson se lanzó desde un lado y tomó la lanza que sobresalía del extremo de la pistola. Tiró de modo que apuntara lejos de sus compañeros de tripulación.

“Te mataré”, gritó Calloway, “¡Hey, hey, te voy a matar!” Sanders aprovechó la oportunidad y se enfrentó al agresor. La tripulación de vuelo ahora era superior en número, pero Calloway tenía la ventaja de las armas, la experiencia en las artes marciales y un cerebro intacto.

Al escuchar los reveladores gruñidos de violenta reciprocidad, Tucker volvió al vuelo y puso el avión en un ascenso agudo. El copiloto de FedEx había sido instructor de vuelo de combate y sabía a la perfección los efectos de la fuerza de gravedad. Su táctica tuvo éxito desbalanceando a Calloway y enviándolo nuevamente a la cocina. Sanders y Peterson tropezaron en su persecución. Los hombres intentaron quitarle el arma a Callowey, pero se vieron encerrados en un aparente callejón sin salida. Sin intervención, la tripulación tenía todas las probabilidades de perder la pelea debido al desgaste.

Jim Tucker, al escuchar que la pelea todavía estaba en curso, estabilizó la subida del avión y giró el mando hacia la izquierda para colocar el avión sobre uno de sus lados. La voz femenina del sistema autowarning del DC-10 comenzó a repetir “ángulo de inclinación”, para advertir que la maniobra estaba fuera de los parámetros normales de funcionamiento. Los peleadores cayeron sobre el lado izquierdo de la aeronave.

“Atrápalo, atrápalo, atrápalo, Andy” Gritó Tucker desde la cabina. “¡Tengo el avión!” El copiloto continuó inclinando el avión hasta que casi estuvo totalmente al revés. La masa ensangrentada de hombres cayó sobre el techo del avión. Calloway se las arregló para recuperar uno de los martillos que daba vueltas por toda la cocina como una moneda dentro de una secadora de ropa, y después arrojó otro poderoso golpe a la cabeza del capitán Sanders.

Jim Tucker, siguiendo con su táctica de aplicación de la inercia, echó hacia atrás el timón para poner el DC-10 panza arriba en una zambullida. Calloway, Sanders y Peterson fueron estrellados contra la pared del fondo. El indicador de velocidad del DC-10 indicaba la máxima mientras la cabina se llenaba con sonidos de viento rugiente, el urgido “overspeed” del sistema de autowarning y los silbidos de la superficie de la aeronave que no estaba diseñada para soportar este castigo. El avión caía en picada a más de 600 millas por hora, por encima de la velocidad máxima segura para la estructura del aeroplano. Alarmado, En la cocina, la situación iba de mal en peor. Sanders recibió otro martillazo en la parte superior de la cabeza y casi pierde el conocimiento. Una arteria comprometida de Peterson lo dejó con un déficit peligroso de sangre y fuerza. Habiendo regresado el DC-10 a un nivel de vuelo seguro, Jim Tucker llamó al personal de tierra.

Reproductor de audio

Tucker a Centro: Centro, Centro, ¡emergencia!

Centro: Aeronave con emergencia, adelante. (Pausa), Aeronave con emergencia, repito.

Tucker a Centro: ¡Centro escúchame! Express 705, me han herido, hemos tenido a bordo un intento de toma de control del avión, denme un vector por favor, de vuelta a Memphis ahora, ¡date prisa!

Centro: Express 705 vuelo en cero-nueve cinco, directo a Memphis.

Tucker a Centro: Infórmeme, ¿dónde está Memphis?

Centro: Express 705, volando de cero-nueve cero y el aeropuerto se encuentra a 43 millas a las doce

Tucker a Centro: Diga mi dirección a Memphis.

Centro: Express 705, va hacia el este Esté en este momento, y debe ser entre las 1230 y la

Tucker a Centro: Mira, sólo sigue hablando conmigo, ¿está bien?

Sanders: JIM!

Tucker a Centro: Sí, necesitamos una ambulancia y necesitamos, uh, intervención armada también. Alerten a las autoridades del aeropuerto.

Siguiendo las instrucciones de la torre en Memphis, Tucker comenzó a descender por debajo de los 10,000 pies como medida de precaución contra la descompresión explosiva. Mientras tanto, en la cocina, Calloway había retomado fuerzas y reanudó el ataque. Sanders y Peterson agotaban su presión arterial y su conciencia. “¡Ponlo en piloto automático!” gritó Peterson a Tucker desde la cocina. “¡Ayuda, el hijo de perra me está mordiendo!”.

“¡Andy!” gritó Tucker desde el asiento del copiloto. “¡Manténgalo ahí, estoy en vuelo!” Ladeó la aeronave a la izquierda y luego a la derecha en un intento de sacar a Calloway de equilibrio.

“¡De prisa Jim!” lo instó Peterson mientras Sanders se hizo con el control de un martillo y le dio a Calloway una sopa de su propio chocolate.

“Pon el piloto automático y ven aquí” Secundó Sanders. “Date prisa, Jim ¡Ven aquí ahora!”.

Jim Tucker conectó el piloto automático, se quitó el cinturón de seguridad y pese a su parálisis en las extremidades derechas, luchó para levantarse. Mientras la radio emitía incesantes solicitudes de informes del control de tráfico aéreo, Jim Tucker llegó a tropezones a la cocina para ver a un casi inconsciente Andy Peterson encima del secuestrador mientras el capitán Sanders sostenía el arpón en la garganta de Calloway. La sangre manchaba y salpicaba toda superficie visible, y las señales del combate llenaban la habitación.

Jim Tucker relevó a su capitán de la guardia, y el piloto Sanders regresó a la cabina. Vía radio, Sanders, reiteró la necesidad de acción armada a su llegada. Cuando se le preguntó si la situación estaba bajo control, él respondió: “bueno, es una especie de bajo control”. Había sufrido una considerable pérdida de sangre debido a las heridas en su cabeza, estaba ciego de un ojo y su oreja derecha estaba casi cortada por completo. Y sus lentes parecían haber desaparecido.

Sanders ajustó el curso para regresar a Memphis. El avión estaba casi lleno de combustible, superando el peso de la velocidad de aterrizaje recomendada, pero el veterano piloto no tenía muchas opciones. Seleccionó la pista más larga disponible para permitirse una distancia máxima de frenado.

A pocos minutos de aterrizar en Memphis, mientras el avión iba en descenso, Calloway arremetió con renovado vigor. Luchó contra sus discapacitados captores en la cocina mientras intentaba recuperar la ventaja. Usando sus pulgares, Calloway intentó arrancarle los ojos a Jim Tucker. Andy Peterson finalmente encontró el mango del martillo e hizo contacto visual con el copiloto Tucker.

El Vuelo 705 aterrizó pesadamente en la pista 36 del Aeropuerto de Memphis aproximadamente treinta minutos después de haber despegado. Pese al exceso de peso por el combustible, el capitán Sanders se las arregló para detener el DC-10 sin neumáticos quemados y con unos pocos cientos de metros de pista de sobra. Mientas los vehículos de emergencia se reunían en torno al avión estacionado, Sanders salió de la pequeña habitación de la parte delantera del avión y activó el escape de emergencia.

El paramédico David Teague fue el primero en trepar por la escalera del Vuelo 705. Nadie en tierra sabía nada acerca de la emergencia más allá de que se suscitó un intento de toma de control. La escena con la que se encontró el paramédico en lo alto de la escalera era extraña y horripilante. Cada superficie interior horizontal y vertical de la pequeña cocina del DC-10 estaba salpicada de un color carmesí. Había huellas de sangre en las paredes y el techo, y de alguna manera la tapicería se había pelado desde el asiento. Los documentos, paquetes, martillos y los embrutecidos empleados de FedEx estaban esparcidos alrededor del avión. David Teague esposó al posible secuestrador, y la tripulación semiconsciente descendió a través de la rampa de evacuación inflable.

Andy Peterson

En el hospital, la oreja colgante del capitán Sanders fue suturada y puesta en su sitio, también fue tratado por múltiples laceraciones en la cabeza y una mandíbula dislocada. El cráneo del ingeniero de vuelo Peterson tenía múltiples facturas y su arteria temporal tuvo que ser reparada. El copiloto Tucker sufrió graves fracturas de cráneo, incluyendo un agujero tan grande como una pelota de golf. Requirió meses de terapia física para recuperar el control motor total del brazo y la pierna derecha, y una vida de medicamentos anticonvulsivos. Quedó parcialmente ciego de su ojo derecho. En cuanto a Calloway, sus lesiones fueron menos graves, pero su miedo original se había hecho realidad: FedEx lo había despedido.

Una búsqueda del FBI en el apartamento de Auburn Calloway arrojó rápidamente un testamento dispuesto muy a modo sobre su cama – era un indicio claro. También encontraron una nota con los nombres de la tripulación del vuelo 705, y otra nota que enumeraba las armas que había llevado al avión. En el juicio de Auburn Calloway la defensa alegó locura temporal. El juez no estuvo de acuerdo. Después de que la defensa no lograra impresionar a la asistencia con aspectos técnicos, el gran jurado declaro a Auburn Calloway culpable de piratería aérea y lo condenó a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Actualmente se encuentra encerrado en una prisión federal cerca de Atwater, California. Durante un tiempo alegaban su inocencia a través de auburncallowaysupport.com, pero el sitio ya no está en línea.

capitan Sanders

El 26 de mayo de 1994 el personal del vuelo 705 fue honrado con el Air Line Pilots Association’s Gold Medal Award. La organización reconoció el heroísmo de estos hombres y su resistencia ante el ataque sorpresa, doblegando a un experto en artes marciales armado, y salvando las vidas y los bienes que habrían sido destruidos si el avión hubiera estallado. Lamentablemente, debido a sus lesiones, ninguno de los hombre volvió a ser médicamente apto para el pilotaje comercial. Sin embargo, David Sanders y Jim Tucker adquirieron con éxito sus licencias de pilotos privados y de vez en cuando disfrutan del vuelo recreativo.

En total, el intento de secuestro de Auburn Calloway le costó a FedEx un estimado de US $800,000. El avión implicado fue reparado y continuó en la flota de FedEx hasta el 2011. Fue sustituido por un MD-10, un modelo mejorado que elimina la necesidad de un ingeniero de vuelo.

Considerando su aparente preocupación desinteresada por el futuro de sus hijos, los actos de Auburn Calloway casi parecen tener una pequeña justificación, llena de nobles intenciones, pero sus acciones estaban claramente equivocadas. Y si bien demostró astucia en el uso de instrumentos contundentes para simular las lesiones por el accidente, dejó una orgía de evidencia condenatoria. Uno se pregunta si el hombre simplemente se quebró, o quizá deseaba que el mundo supiera lo que había hecho, una vez que todo terminara. Lo más probable es que nunca sabremos exactamente lo que estaba pasando por la cabeza de Auburn Calloway antes de abordar el vuelo 705.

Fuente de investigación: www.damninteresting.com

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