Esta semana que termina se cumple exactamente un año del llamado Asalto al Capitolio que, hasta el día de hoy todo indica fue instigado, por el entonces Presidente ultraconservador de Estados Unidos Donald John Trump, y justo 365 días después, sigue siendo uno de los varios escenarios, en los que, desde ya, se disputa el control del poder en la nación más poderosa del orbe.

No me queda la menor duda que este evento, es la punta de lanza de varios de los que estaremos viendo a lo largo del año, y de los próximos dos, como parte de la lucha entre los llamados liberales estadounidenses y los conservadores, y es que,

a  pesar de que las siguientes elecciones presidenciales son a finales de 2024, y en todo caso a ellas el expresidente llegaría con 78 años de edad,

esto no sería impedimento para su participación en las mismas, como no lo fue para el actual mandatario Joseph Robinette Biden, pero más aún, lo que está atrás de ello es, la fuerza del movimiento que representa, más allá de que el abanderado a la contienda sea él mismo, porque hoy por hoy, no se ve ninguna otra figura republicana, que compita por la nominación, o cualquiera de sus hijos mayores, especialmente Ivana Marie (Ivanka), o Donald John Jr., quienes son altamente conocidos por el público, porque trabajaron de manera cercana con su padre.

El año pasado, el día de la epifanía ante los magos de oriente, cuando faltaban justo dos semanas, para la transición gubernamental entre el presidente 45 y el 46, de la unión americana, una horda de fanáticos entró a la sede del Congreso del país; ese día se discutiría y en su caso, se validaría la elección presidencial, la cual se había llevado a cabo el 3 de noviembre pasado, y que el 14 de diciembre ya el colegio electoral había ratificado y dado visto bueno a los votos de todos los comités electorales estatales, sin embargo, faltaba lo que hasta entonces era un formalismo, que el Congreso los calificara, no debemos olvidar que hasta ese instante Donald Trump, desconocía los resultados e invocaba a todas voces que había sido víctima de fraude electoral, de hecho presionaba al Vicepresidente Michael Richard Pence, para que buscara anular los comicios, desde su posición de privilegio en el Capitolio.

En un momento determinado y sin que nadie lo esperara, una serie de esperpentos logró lo que sólo había pasado tres veces en la historia del país; atacar la sede de los representantes de la nación, la primera, cuando en 1814 las tropas británicas, como represalia al incendio que provocaron los estadounidenses en Fort York (Toronto), durante la Guerra de 1812; posteriormente en 1954, cuatro nacionalistas puertorriqueños lograron introducir armas a una sesión de los congresistas, y en un momento determinado dispararon hiriendo a cinco de ellos, el objetivo era llamar la atención sobre la independencia de la Isla, lo lograron; y en 1998 dos policías que hacían guardia en la entrada fueron heridos por un fanático; lo inimaginable es que, los pandilleros de hace un año, fueron instigadas por la persona que juró respetar y hacer respetar su constitución, lo peor de todo, costó cinco vidas, increíble.

A un año de esos sucesos el actual presidente Joe Biden, recordó el hecho, y lo calificó como lo que fue, un acto terrorista,

y no dejó de hacer énfasis en la culpabilidad de su antecesor y el daño que provocó a la convivencia política de la nación, y es que, sin duda lo menos es que, Estados Unidos, hasta ese día se había alzado como el defensor y faro de la democracia internacional, el año pasado nos dio lecciones del mejor currículo de país bananero, en donde las elecciones se disputan en las calles a bolsazos, mordidas, y balazos, entre simpatizantes de uno u otro candidato, bueno ni cuando el presidente azteca bloqueó la principal avenida del país durante meses, hubo tanto magullado.

La verdad de las cosas, es que estas declaraciones, se inscriben en la no tan soterrada lucha que ya se vive en Estados Unidos, por las próximas candidaturas presidenciales de los dos principales partidos políticos, no pasemos por alto que los estadounidenses pueden empezar sus campañas preelectorales, al otro día de la toma de protesta, y se equivoca quien piense que el expresidente esta políticamente muerto, eso no sucederá mientras no sea acusado formalmente de terrorismo, por los hechos del Capitolio, mientras tanto, los simpatizantes que aún tiene son muchos, además hay quien en su caso, puede heredar su existente capital político, veremos.

 

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