Primer Duque de Suárez y Grande de España, así reza el título nobiliario que le concedió Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, Juan Carlos I, Rey ibérico, el 25 de febrero de 1981, galardón hoy en poder de su nieta Alejandra Romero Suárez.

Adolfo Suárez, nació en Cebreros pueblo que pertenece a la provincia de Ávila, en 1932, y murió después de una larga y sufrida enfermedad, en la Villa de Madrid en 2014, pero sin duda su legado perdurará muchas generaciones de españoles, sin duda lo que hoy es ese país, bueno o malo, en gran medida, lo debe al abulense.

Nuestro personaje se graduó de abogado en la Universidad de Salamanca, una de las de mayor belleza del país, talvez, solo superada por la de Alcalá, pero que es la más antigua del mundo hispánico, y la tercera más vieja de Europa, únicamente detrás de Bolonia y Oxford, fundada en 1218 por Alfonso IX de León, época en la que conoce a Fernando Herrero Tejedor, un falangista que lo va a proteger e impulsar durante más de veinte años, posteriormente estudió el doctorado en derecho, en la Universidad Complutense, la cual por decreto real, había sido transferida a Madrid, de su original Alcalá de Henares en 1836, y que hasta 1969, fue la única autorizada para conferir el título de Doctor en toda la nación.

Muy joven fue nombrado Gobernador Civil de la Provincia de Segovia, de donde pasó a ser Director General de Radiodifusión y Televisión Española, siendo electo Diputado, fue designado Vicesecretario del Movimiento, una especie de Partido Político que funcionó durante la dictadura franquista, a la muerte del tirano el 20 de noviembre de 1975, pasó a ocupar el cargo de Ministro-Secretario General del Movimiento, que durante el gobierno de Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde, era una especie de lugarteniente, pero a Suárez le toca ya, sin el militar.

Carlos Arias Navarro, después de que el Almirante Luis Carrero Blanco, literalmente voló poco antes de las navidades de 1973, como consecuencia de la “Operación Ogro”, de los terroristas de ETA, se convirtió en Presidente de Gobierno, cargo que tras un breve lapso de cinco días a cargo de Fernando de Santiago y Díaz de Mendivil, entregó a Adolfo Suárez, el 5 de julio de 1976, y es a quien le corresponde instrumentar la transición política, social, y económica, pero sobre todo cultural de España, hacia la democracia.

No se entendería el país ibérico de hoy, sin Suárez, fue electo a las Cortes, destacando cuando en uno de los momentos más álgidos de las discusiones, en las que se determinaba el rumbo que tomaría el país, él no dudo en citar a Antonio Machado Ruíz, muerto en el exilio perseguido por la dictadura, “permítanme que recuerde los versos de un gran autor español; Está el hoy abierto/ al mañana. Mañana al infinito./ Hombres de España, ni el pasado ha muerto,/ ni está el mañana en el ayer escrito”. Lo anterior nos habla de la lucidez que poseía el político para incluir a todos, a los derrotados y muchos aún resentidos del pasado, a los vivos y sus herederos, utilizando al poeta, pero también hablándole, a los que hasta ese momento, como él, habían disfrutado del poder, advirtiendo que no podían quedarse anclados a los rencores de hacía cuarenta años, y que si deseaban, existía la oportunidad de que, entre todos, escribieran las hojas de la nueva nación.

Fue el primer presidente electo democráticamente desde 1936, y en dicho periodo le tocó sancionar la constitución española de diciembre de 1978, en un equilibrio, al filo de la navaja, ya que por una parte las cofradías del pasado se negaban a morir, buscando cualquier mínimo pretexto para descarrilar el proceso, pero las fuerzas nuevas, especialmente las socialistas y comunistas, pedían reivindicaciones, que más bien parecían el cobro de cuotas, ninguna de las dos ganadas en las urnas.

Pero sin duda el momento culminante, es cuando el día que entregaba el gobierno a Leopoldo Ramón Pedro Calvo-Sotelo y Bustelo, el 23 de febrero de 1981, un cuerpo de la guardia civil, comandado por un descerebrado entró al Congreso de los Diputados, exigiendo que todos los Diputados se tiraran al suelo, cosa que solo Adolfo Suárez, Santiago José Carrillo Solares y el Teniente General Manuel Gutiérrez Mellado, no hicieron, este último con una lección de hombría y pundonor, que siempre he pensado que si hubiera cinco generales en el mundo como él, otra sería la historia; pues desde su curul, la que no abandonó, Suárez González hizo todas las maniobras políticas que permitieron desactivar la intentona de golpe de Estado.

Continuó siendo diputado hasta 1991, cuando las enfermedades lo alejaron de la vida pública, creo el alzhéimer, y la prudencia que siempre lo caracterizó, impidieron que hasta su muerte en 2014, y hasta el día de hoy, no se conozcan muchas maniobras de la transición, puede ser que sea lo mejor.

Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre. Antonio Machado.

 

 

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