Los que hemos vivido lo suficiente, aún recordamos que en mayo de 1988 llegó a las pantallas cinematográficas RAMBO III, en esta película, John James Rambo protagonizado por Sylvester Gardenzio Stallone, en Afganistán rescata al Coronel Samuel Richard Trautman (Richard Donald Crenna), su comandante y padre militar, de las torturas a las que era sometido por el ejército soviético que lo tenían cautivo, como era la característica de estos filmes, después de una extraordinaria multitud multitudinaria de balazos, obuses, granadas, y una cantidad incontable de muertos, y siempre, y en todo momento, con la ayuda de los guerrilleros locales, se cumple la misión, concluyendo en un hermoso paraje asiático, todos son felices, bueno sólo aparentemente, porque no olvidemos que los militares son rudos.

 

Lo cierto de las cosas es que, uno de los momentos en donde la sinrazón y la estupidez humana, ha tenido mayor gloria en la historia de la humanidad, sucedió el 27 de diciembre de 1979, cuando por órdenes de Leonid Illich Brézhnev la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas invadió Afganistán, el pretexto fue proteger el gobierno que les era fiel, ello dentro del contexto de la Guerra Fría, en donde con Estados Unidos disputaban palmo a palmo cada pedazo de tierra de nuestro planeta; sin embargo, el valor estratégico, táctico, militar, o económico que justificara la movilización de más de un millón de efectivos, y la división elite de tanques rusos, nunca existió, propiciando por esta razón, una de las fugas de dinero a raudales, que ayudaron a hacer implosión en el corazón del régimen años más tarde, al final en 1989, entregarían casi dos millones de muertos, y saldrían sin ninguna ganancia, además la vergüenza de ser derrotados por una horda de terroristas autollamados muyahidines, entre los que se contaba Usáma bin Muhammad bin Awad bin Ládin, obvio en todo momento apoyados económicamente, y armados por sus aliados estadounidenses.

 

Con la salida de la URSS de Afganistán hace 32 años, Mijaíl Sergueievich Gorbachov cargó con la derrota, fue militarmente hablando su mayor fracaso internacional, él y su país fueron exhibidos, que después del desastre que significó Chernóbil, tampoco ya les quedaba tanto que digamos; la lucha por el poder y el control del país asiático puede considerarse un merequetengue, todos contra todos, sin ningún tipo de lealtad o escrúpulo; por ello es que causó optimismo el que después del compromiso entre rusos y norteamericanos de dejar de suministrar armas a diestra y siniestra, en 1992 se concretaran los acuerdos de Peshawar, en el, todas las facciones tribales acordaron la creación del Estado Islámico de Afganistán, en donde definitivamente, quedaban de lado las ideologías, y se valoró por sobre todas las cosas, la religión musulmana, por ello no es de extrañar, que el país en todo momento estuviera atacado militarmente por Irán (Sunníes), Pakistán y Uzbekistán (Chiíes), nunca un momento de paz, nunca un solo momento de tranquilidad, un grupo de excombatientes muyahidines patrocinados por Arabia Saudita y Pakistán, y con el financiamiento de Usáma bin Ládin, autodenominados los seminaristas o los estudiantes de las escrituras, los Talibanes, alcanzaron el poder en 1996, y permaneció violentando los derechos humanos más elementales, especialmente de las mujeres, hasta 2001.

 

El 11 de septiembre de ese año, el mundo cambió diametralmente, nada volvió a ser igual, especialmente para Afganistán, y es que después de los atentados a las torres gemelas de Nueva York, el 7 de octubre se declaró la guerra al gobierno talibán, acusado como lo era, de financiar y proteger al grupo terrorista Al-Qaeda, en los inicios del siguiente año, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, de manera formal se hizo cargo de la intervención, manteniendo una tensa calma, no paz y tranquilidad, pero un orden, el cual duró hasta 2014, cuando la OTAN entrega el poder de Kabul a Ashraf Ghani Ahmadzai, siempre se pensó que duraría mientras tuviera protección, durante este periodo, en una operación de neurocirugía un cuerpo de elite, captura y mata a Usáma bin Ládin, que increíblemente no estaba en Afganistán, sino en Pakistán, país que aparentemente era aliado yankee, pero que ciertamente tiene inclinaciones Chiitas como el líder terrorista.

 

Los estadounidenses hicieron el papel de proteger el gobierno afgano laico, sin embargo, el conflicto social que ello provocaba al interior del país americano después de casi 20 años de que jóvenes iban a Asía a pelear una guerra que no es suya, algunos cálculos llegan a cinco mil muertos, hizo que el expresidente Donald John Trump firmara los acuerdos de Doha, Catar, que avalaba la retirada, lo cual vino a concluir Joseph Robinette Biden, quien al igual que Gorbachov hace treinta años, ahora le toca cargar con la derrota y el desprestigio militar y geopolítico, un día antes de que hiciera el anuncio formal de la salida, los terroristas talibanes, tomaron el control del gobierno, sin duda vienen años obscuros para los derechos humanos, especialmente de las mujeres, con toda certeza el precio del opio ira a la baja, ya que habrá mucho.

 

 

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