Después de casi cincuenta años (47 para ser exacto), de pertenecer al organismo de cooperación más importante que ha logrado construir el hombre, la Unión Europea, los británicos concretaron su deseo de vivir como lo que siempre han sido, una isla.

La historia es larga, ya que el primer antecedente de la UE, es la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, integrada en 1951, por los países del Benelux, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, además de Alemania Occidental, Francia e Italia, organizados por los galos Jean-Baptiste Nicolás Robert Schumann, y Jean Omer Marie Gabriel Monnet, teniendo el propósito fundamental de que Europa no volviera a vivir las dolorosas experiencias de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, que dejaron una estela de muerte y hambre. La idea original era acordar ganancias para todos, en la comercialización de estos minerales hasta entonces en disputa, la evolución positiva de la organización fue creando acuerdos, que ampliaron el ámbito de competencia del organismo, y en 1973 junto con Dinamarca e Irlanda, el Reino Unido ingresa después de una ardua negociación con los franceses, que no los querían dentro de la entonces Comunidad Económica Europea, que se había fundado en Roma en 1957.

En los ochenta se unieron, Grecia, España, y Portugal, en los noventa Suecia, Austria, y Finlandia, Noruega lo hizo, pero en referéndum sus ciudadanos lo rechazaron y no se concretó su acceso, ya en este siglo, entraron trece países más, hasta conformar veintiocho, en 2013. Muy importantes y de transformación radical fueron los Tratados de Maastricht en 1993, que establecieron entre otras cosas, la instalación del entonces Ecus, como moneda única en toda la Unión Europea, y los acuerdos Schengen, que dan la nacionalidad y el libre tránsito de los ciudadanos por los países de la Unión, a estos últimos la Gran Bretaña, los aceptó, más a regañadientes que por buena voluntad, pero lo que sí rechazó definitivamente, fue la moneda única, es cierto que no fue el único país que lo hizo, también Suecia y Dinamarca, se negaron a aceptar el posterior Euro.

Cuando ya todo parecía ir encaminado sobre rieles de acero, la política interna de Reino Unido vino a descarrilar el proceso de empoderamiento del bloque, el 23 de junio de 2016, los británicos en un segundo referendo decidieron abandonar la Unión Europea, en 1975 ya se había convocado a una votación popular sobre la permanencia del país en la entonces CCE, en aquel tiempo el resultado fue abrumadoramente mayoritario por seguir, casi el 70 % de los votantes aceptaban estar en el organismo, hace cuatro años el resultado fue reñido, pero adverso para los europeístas, el 51.9% de los votantes contra el 48.1% votaron por la salida de la UE.

El resultado le costó al entonces Primer Ministro David William Donald Cameron el cargo, quien inmediatamente fue relevado por Theresa Mary (Brasier) May, que durante tres años no pudo convencer de un pacto que fuera aceptable, especialmente a los integrantes de su mismo partido, por lo que a partir del 24 de julio de 2019, llegó al 10 de downing street, Alexander Boris de Pfeffel Johnson, quien había sido durante siete años alcalde de Londres, y posteriormente Ministro de Asuntos Exteriores, con una personalidad, que al menos para quien esto escribe, no se merece el país con la sexta economía del mundo, pero que finalmente logró un pacto convincente para todos, y forzó una negociación con Bruselas que al menos al día de hoy, hace que muchos bajen las armas.

El 31 de enero de este año que está por terminar, se inició formalmente la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el 2020 fue el año llamado de transición, durante el cual se mantuvieron las mismas reglas, pero a partir del primer segundo de 2021, seguirá su derrotero solo, sin embargo, no dejó de ser emocionante hasta el día de hoy, y es que los 27 tenían en temor de que la promesa de Johnson de reactivar la industria escocesa a fin de mantenerla dentro del país, se fuera a dar con subsidios y subvenciones, además de que el hasta el último momento amenazó con la revisión en las fronteras de Irlanda del Norte, Bruselas, en eso fue tajante, y siempre expreso que no lo permitiría.

Esta semana que termina, se anuncia el acuerdo en el que se supera momentáneamente el principal escollo, que eran los permisos para que los pescadores europeos ejercieran su actividad en mares británicos, al menos hasta un tiempo que permita acordar algo definitivo, así mismo se sostendrán las reciprocidades comerciales que da acceso a los mercados mutuos. Por lo pronto, la diplomacia del Reino Unido ha estado activa y ya firmó acuerdos comerciales con Canadá, Chile, Japón, México, Singapur, y Suiza, y tiene casi concluidos con Australia, Estados Unidos, y Nueva Zelanda, lo que en total representa el 80 por ciento de su comercio internacional.

 

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