Los libaneses son herederos de una de las más grandes civilizaciones en la historia de la humanidad, los fenicios, con impresionantes avances en la comercialización y en la forma de hacer negocios, valiéndose entre otras cosas en espectaculares logros en la navegación, con la que sin duda lograron controlar económicamente las costas del Mar Mediterráneo, hoy es un pueblo que se encuentra en una etapa coyuntural para su futuro.

La posición geopolítica del Líbano, provocó en gran parte que fuera el escenario en donde se buscaron resolver, algunos de los tableros de la guerra fría, la Organización para la Liberación de Palestina, Israel, Arabia Saudita e Irán, ocuparon sus terrenos como campo de batalla, lo que provocó que durante 15 años, se sucedieran ataques de todo tipo, la OLP tuvo los campos de entrenamiento de sus milicias en ese territorio, lo que dio pretexta a los judíos para invadir y herir las veces que quiso a los libaneses, las disputas religiosas entre suníes y chiís, las dos principales vertientes del islam que encabezan árabes y persas, no encontraron mejor lugar para zanjar sus diferencias, lo que llevó al país a una guerra en la que un cálculo conservador, estima hubo entre 130,000 y 250,000 muertos, hasta que en 1989, con una larga intervención de los cascos azules de la Organización de Naciones Unidas, Estados Unidos, Francia e Italia, se firmaron los acuerdos de Taif.

Después de casi seis meses de protestas, desde octubre de 2019, jóvenes estudiantes encabezados especialmente por Abdalá Jarah de tan solo 20 años, no han cejado en su intento por repudiar el gobierno que desde hace más de 30 años, controla el poder político del país, pese a la caída del Primer Ministro Saab Hariri, un ingeniero que gobernó desde finales de 2016, hasta el 21 de enero pasado, quien fue sustituido por Hassan Diab, ambos pertenecientes a la vertiente sunní del islam, los dos bajo la presidencia del católico General Michael Naím Aoun, héroe de la guerra civil que azotó el país entre 1975 y 1990, no se vislumbra tregua o una solución a corto plazo.

La situación no es para menos, la economía depende en un 80 por ciento del sector terciario, especialmente de los servicios bancarios, ya que se mueven en lo que comúnmente se conoce como paraísos fiscales, lo que es atractivo para fortunas de dudosa procedencia, hoy acumulan una de las deudas externas más grandes del mundo, es el equivalente al 150 de su producto interno bruto, cuando lo aconsejable, es que no sea mayor al 60 por ciento del PIB, está considerado el país 137 de 180, en el índice de corrupción publicado por Transparencia Internacional, la educación y la salud, son casi exclusivamente privadas, la libra libanesa que desde 1997 se cotizó en 1,500 por dólar, los últimos días llegó a 2,450 una devaluación de más del 60 por ciento, y por supuesto el aumento de la inflación no se ha dejado esperar y ya va en el 25 por ciento.

Por si lo anterior fuera poco, su vecino Siria, está por cumplir 10 años desagarrándose, y hoy se calcula que la población siria refugiada en Líbano, es de 1, 500,000 personas, más 400,000 palestinos expulsados de su otro vecino Israel, casi 2 millones de personas, equivalente a un tercio de la población regular del país, que cuenta con una extensión territorial de 10,400 kilómetros cuadrados, 1,000 menos que el Estado de Querétaro, el 27 de 32 más pequeño de México.

Pareciera increíble, que las protestas iniciaron por la disposición gubernamental de cobrar 20 centavos de dólar por el uso de WhatsApp, ahora las demandas van desde gobiernos seculares hasta la caída del Presidente Aoun, búsqueda de no tener la jettatura de Arabia Saudita, que llega a tal grado que el depuesto Hariri nació en El Riad y aún cuenta con la nacionalidad árabe.

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