El 14 de febrero de este año, México y China cumplen 50 años de haber reiniciado su relación política-diplomática, no se puede dejar de reconocer que, para concretarse dicho reencuentro, en un contexto de Guerra Fría, sin duda el expresidente mexicano Luis Echeverría Álvarez fue el principal impulsor, en aquellos años, ya decaía el gobierno y la vida del legendario revolucionario comunista Mao Zedong (Tse-Tung), quien moriría solo cuatro años después.

Es de resaltar que el entorno mundial era complejo; por lo que, se debía trabajar en diversas pistas, y es que México, en esos años, sí tenía una dirigencia en la Política Exterior de primera división, más bien, liga premier, el canciller era Emilio Oscar Rabasa Mishkin, hijo de diplomático, y previamente Embajador en Washington, en la representación permanente en la Organización de Naciones Unidas, un señorón, José Alfonso Eufemio Nicolás de Jesús García Robles, quien posteriormente sustituyó al Secretario de Relaciones Exteriores, y en 1982, fue el Primer Premio Nobel mexicano, otorgado por sus gestiones en la firma del Tratado de Tlatelolco, para la desnuclearización de América Latina. 

Decimos lo anterior porque, fue un reencuentro que tenía que trabajarse de la manera más fina y sutil, que la rivalidad de aquellos años, entre los bloques socialista y capitalista, y nuestra vecindad con el líder de los segundos, en esos tiempos nos permitía; no se debe olvidar que en 1950, China, fue literalmente expulsada de ONU, un año antes había triunfado la revolución comunista encabezada por Mao Zedong, y la Guerra de Corea, había puesto las cosas demasiado tensas entre Estados Unidos y los aliados de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas especialmente en el entorno Asiático. Fue hasta que una propuesta de Albania durante la XXVI Asamblea General, que se allanó el camino, y es que la resolución 1668 de 1961, obligaba a una votación que incluyera a dos tercios a favor, de la Asamblea General, para que se aceptara un cambio en la representación de China, cosa que sucedió hasta la aprobación de la resolución 2758, por lo que no fue hasta el 25 de octubre de 1971 durante la reunión mencionada, cuando se permitió el regreso de la República Popular China a su asiento, no solo a ONU, sino que también a ocupar su lugar permanente en el Consejo de Seguridad, que es el comité principalísimo y en el que sin duda, se resuelven los temas prioritarios de la agenda mundial.

Para esos momentos, Luis Echeverría ya había hecho su parte, México rompió relaciones diplomáticas con Taiwán, condición sine qua non, para el posterior reconocimiento diplomático de China, la tesis fue, “que la soberanía es indivisible, por lo cual no hay dos Chinas, es solo una”, con ello, el 5 de octubre pese a las sugerencias en contrario, y habiendo sorteado presiones de todo tipo que se dieron en el entorno mundial, el posicionamiento mexicano en la Asamblea de ONU, fue que, deberíamos tener un avance trascendental, en el principio de universalidad, y dar la bienvenida al territorio que alberga la cuarta parte de la población mundial; aprobado el regreso de los sinos al organismo, el comunicado conjunto del restablecimiento de relaciones, se da el 14 de febrero de 1972, en el 750 de la Primera Avenida de Turtle Bay, entre Alfonso García Robles, y el Canciller chino Huang Hua, casi de forma inmediata se nombra a Eugenio Anguiano Roch, en ese entonces de solo 34 años, quien ya cabildeaba en Beijín (Pekín), para que fuera el Embajador de nuestro país allá, su primer compromiso, preparar la posible reunión de ambos mandatarios, la cual se llevó a cabo en abril de 1973, desde entonces todos los Presidentes mexicanos han ido, excepto el actual. 

A 50 años, el panorama es radicalmente distinto, en aquellos años, el mundo se movía en torno a la amenaza nuclear y el posible lanzamiento de misiles espaciales, en particular China, cargaba las tormentosas frustraciones del “Gran Paso Adelante, y la Revolución Cultural”, exportaba abanicos de cartón, algunas telas de dudosa seda, y sobre todo figuritas de porcelana que adornaban todas las casas; por su parte México, vivía el fin del milagro mexicano, y entraba a un proceso de descomposición económica y política, tan profundas, que ni el más pesimista hubiera imaginado, y nos llevó a casi 20 años de terror, el país vendía algo de petróleo, y productos agrícolas, entre ambas naciones, el intercambio comercial era de 13 millones de dólares, una ridiculez; el año pasado, se rebasó los 100 mil millones de dólares, uno es la segunda economía mundial, y el otro la décimo tercera. Considero que los aztecas, tenemos grandes nichos de oportunidad, como poder explotar las oleadas de turismo que los orientales envían fuera de sus fronteras cada año, bueno siempre y cuando, algún día, se decida volver a tener promoción turística fuera de México. 

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