El próximo martes 03 de noviembre, el país más poderoso del mundo, renovará gran parte de su representación política, si bien, las votaciones inician días antes, en esa fecha concurren los ciudadanos a elegir o ratificar, a muchos alcaldes, algunas legislaturas estatales, ciertos gobernadores, así como la Cámara de Representantes, y Senadores nacionales, sin embargo, la joya de la corona es la Presidencia del país, la que buscan cuatro candidatos; Joseph Robinette Biden Jr., por el partido Demócrata; Howard Gresham Hawkins III, por el Verde; Joanne Marie Jorgensen, por el Libertario; y Donald John Trump, Presidente en funciones, por el Republicano; a decir verdad, salvo que suceda un verdadero milagro, la disputa se dará entre el primero y el último.

Estamos a tres meses de atestiguar la jornada final, de un proceso electoral absolutamente atípico, singularidad que le dio, el virus del CORONAVIRUS SARS-COV2,

que provocó la pandemia del COVID-19, la cual nos ha mantenido a prácticamente toda la humanidad resguardándose y con actividades limitadas, entre ellas por supuesto, las campañas políticas-votantes.

Fue precisamente durante ésta temporada de cuidados extremos por la enfermedad, la que vino a dar un giro en los momios previos a la contienda, quien esto escribe, hasta hace muy poco tiempo, daba como segura la reelección del actual mandatario, sin embargo; el pésimo manejo con lo que respecta a la comentada crisis sanitaria; la debacle económica, en parte provocada por la cuarentena; un deplorable accionar frente a las protestas raciales que decantaron en violencia; las fugas incontroladas del equipo íntimo; así como muchos frentes abiertos en el ámbito internacional; han resultado que hoy las encuestas lo pongan en la misma tesitura que vivieron, Hebert Clark Hoover en 1932, Gerald Rudolph Ford Jr. (nacido como Leslie Lynch King Jr.), en 1976, James Earl Carter en 1980, y George Herbert Walker Bush en 1992, como los únicos presidentes que en los últimos cien años, no lograron la reelección.

 

Son miles de millones de dólares los que con el pretexto de la contingencia sanitaria se han repartido, especialmente en las zonas y Estados en los que se concentra la base electoral del presidente,

Sin embargo, esto no resuelve la caída económica no vista desde 1930, que ha dejado más de 20 millones de desempleados; si a ello aunamos el no usar cubre bocas, y llegar al grado de recomendar a la población consumir artículos de limpieza del hogar, para la curación, y manifestaciones de ese tenor, que obligaron al sistema twitter suspender temporalmente su cuenta; la sinceramente, estúpida reacción ante los acontecimientos raciales, de Minnesota en el mes de mayo, que provocaron que la gente, pese a las restricciones propias de la pandemia y toques de queda, saliera y siga protestando por miles en la calle; no ha sido menor, el golpe recibido por la publicación del libro “The Room Where it Happened” de John Robert Bolton, su ex Consejero de Seguridad Nacional, donde lo describe por decir lo menos, como errático y dubitativo; por si todo ello fuera poco, la nueva y reeditada crisis con China, que ahora llegó al cierre de Consulados en Houston y Chengdu, así el panorama de verdad, no viene nada claro.

Al día de hoy todas las encuestas, le dan al candidato demócrata Joe Biden, que es un hecho llevará a una mujer como compañera de fórmula, al menos 20 puntos de ventaja, lo que, a 100 días en una democracia de voto directo, lo haría prácticamente inalcanzable.

Sin embargo, no debemos olvidar que el sistema electoral norteamericano, no da ganador a quien obtiene más sufragios de los ciudadanos, sino que éstos eligen delegados estatales en una cantidad que depende del número de habitantes, y ellos son los responsables de otorgar todo el balotaje del Estado a un contendiente, esto hace que ellos sean los que terminan designando al presidente, lo anterior ya provocó que, John Quincy Adams en 1824, Rutherford Birchard Hayes en 1876, Benjamín Harrison en 1888, George Walker Bush en 2000, y el propio Donald Trump en 2016, fueran presidentes sin ganar en la votación popular.

Evidentemente en este tipo de procesos, cuentan más los delegados de cada Estado que el voto personal, y, California con 55, Texas con 38, Nueva York y Florida con 29, y Pensilvania e Illinois con 20, otorgan 191 dianas frente a las 270, que se necesitan para ser proclamados vencedores, así que, aunque suena difícil, lo cierto es que la moneda aún está en el aire.

El presidente norteamericano, quien ya pidió que se posponga el proceso electoral, siempre me ha recordado a los boxeadores que, en el argot de las orejas de coliflor, les llaman fajadores, esos que no tienen gran punch, pero que, como resisten muchísimo golpeteo, se crecen al castigo del rival, y terminan ganando.

 

 

 

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