Simplemente no hay manera, no existe forma de justificar la permanencia de José Daniel Ortega Saavedra en el poder de Nicaragua, y menos viniendo de alguien, que en sus orígenes luchó, contra una de las dictaduras más oprobiosas de nuestro continente americano, ¿En qué instante se perdió, en qué momento la ilusión se corrompió y se volvió esotérica?, solo él sabrá, lo cierto es que hoy, asistimos a un espectáculo dantesco de cinismo y terror que, si no fuera tan lamentable y pavoroso, competiría con Marceline (Isidro Marcelino Orbés Casanova), abarrotando las carpas de los mejores circos del mundo.

 

Sería insolente, aunque no justificativo, no decir que, la búsqueda de ostentar el gobierno intemporalmente, es el gran mal que aqueja a quienes pasan de luchadores sociales, y que estando en el poder, se sienten los salvadores, iluminados, y mesías, usando el nombre del pueblo (algo etéreo), inventando golpes de estado, y los complots del extranjero, buscan eternizarse en el poder, y provocan la destrucción de sus naciones, “Solo para concluir la obra iniciada”, no por tener aspiraciones de dictador, no, sólo porque el deber los obliga, los ejemplos sobran, Francois Duvalier en Haití, el cubano Fidel Alejandro Castro Ruz, Juan Evo Morales Ayma en Bolivia, el panameño Omar Efraín Torrijos Herrera, por no salir del continente, pero si diéramos una vuelta por África, y Asía, las cifras serian de escándalo, personajes que pierden el rumbo, y se autodenominan dueños de la verdad e indispensables.

 

Las elecciones presidenciales en Nicaragua, aparentemente aún son muy lejanas, serán el 7 de noviembre próximo, sin embargo y como era de esperarse, las organizaciones sociales, y los partidos políticos de oposición, ya empiezan a vislumbrar los posibles candidatos que puedan hacer frente a catorce años de gobierno continuo, y a la cuarta “Reelección” del dictadorzuelo, Cristina María Chamorro Barrios, hija del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, y de la ex presidenta Violeta Barrios Torres, ha generado gran parte de los consensos y todo parece indicar que ella es quien pudiera competir por el poder en el país, en una gran coalición social, bueno pues ella, y catorce dirigentes más de diferentes partidos políticos, y organizaciones no gubernamentales, están encarcelados; el mundo ha reaccionado y exige la inmediata liberación, la chilena Verónica Michelle Bachelet Jeria, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ha dicho que lo que pasa en el país es intolerable.

 

El argumento que Daniel Ortega esgrimió en defensa de su autoritarismo, a muchos les parecerá familiar, ya que se escucha en otras latitudes, “Quienes están presos son los enemigos del pueblo y de la revolución, lanzando campañas contra Nicaragua, y buscando apoyos extranjeros, buscan derrocarnos”, estuvo a nada de culpar a las clases medias. Qué lejos estamos de aquel gobierno que logró el triunfo frente a la familia Somoza, esa transición en el que Ortega era el jefe, y logró tener en sus filas, como Vicepresidente al escritor Sergio Ramírez Mercado, Premio Cervantes de literatura en 2017, al espectacular, maravilloso, Don Ernesto Cardenal Martínez, nominado para el premio Nobel de Literatura en 2005, como ministro de Cultura, así como a Tomás Borge Martínez como ministro del Interior, sin duda podemos decir, que era el mejor roster que se podía tener, no solo en su país, envidiable en cualquier parte del mundo.

 

Hoy algunos lamentamos tener que aceptar que el poeta mexicano Octavio Irineo Paz Lozano tenía razón, cuando al recibir el Premio de la Paz de la Asociación de Libreros de Frankfurt, el 7 de octubre de 1984, dijo que, si bien es cierto la revolución sandinista fue justa y logró un amplio consenso social, no sòlo local sino global, había sido cooptada por una facción de la dirigencia, y esta obstaculizaba la vida democrática, y lo que era peor, ponía en peligro la paz en la región (El Salvador), lo cual no terminaría, hasta que el pueblo nicaragüense pudiera asistir a las urnas de forma libre, en elecciones en las que confluyan todos los partidos políticos; y pues podemos decir, que salvo el quinquenio que Violeta Barrios dirigió el país, los demás años la sombra de Ortega ha estado presente.

 

Hoy Nicaragua es una preocupación internacional, existe el reclamo mundial para la inmediata liberación de los presos, 59 países firmaron en Ginebra, Suiza, una condena conjunta contra la violación de los derechos humanos; la Organización de Estados Americanos ha condenado al dictador; México ha llamado a su Embajador en Managua a consultas, y ha dicho que los principios de política exterior impiden que el país se manifieste, ya que no se puede intervenir en los asuntos internos de otros, craso error, ya que si bien es cierto lo anterior, la protección de los derechos humanos es superior, y México ya lo ha hecho así, cuando condenó los genocidios de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, o el golpe de militar en Chile en 1973, claro, no se debe olvidar la historia.

 

 

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