Eran las 08:46:37 del 11 de Septiembre de 2001, cuando el mundo cambió para siempre, nunca volvió, ni volverá a ser igual, hoy hace exactamente veinte años, amanecimos con la asombrosa e increíble noticia, de que un avión había chocado con el ícono del capitalismo internacional, el edificio norte de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York; 17’20” después, a las 09:03:57 cuando otro aparato choca, ahora con la construcción sur, los sentimientos cambiaron, llegó el espanto, la incertidumbre, y el terror, se confirmaba, las que hasta ese momento eran solo sospechas, no fue un accidente, sino un atentado; por radio o televisión, incrédulos escuchamos o veíamos, un ataque frontal y sin ambages a Estados Unidos.

 

Los que tuvimos la oportunidad de vivir este acontecimiento vía remota, no puedo imaginar los que lo hicieron de forma presencial, no salíamos de nuestro estupor, cuando 34’11” después, a las 09:37:46 un tercer ataque se confirmaba, en lo personal, pienso que fue mucho más delicado, si bien, menos espectacular, ahora se le pegaba al corazón del poder militar del país más poderoso de la tierra, la Secretaria de la Defensa, o comúnmente conocido como Pentágono, lugar en el que se encuentra el centro neurálgico norteamericano, origen de las acciones del ejecito de ese país, finalmente, y hasta donde se sabe, había una cuarta aeronave, de la que hay miles de especulaciones; sí fue derribada por los sistemas de defensa, o sí los pasajeros, en lucha con los secuestradores provocaron su caída en Pensilvania, lo cierto es que cae a las 10:03:11, 25’25” después del tercero, a todo ello, el Presidente de la nación George Walker Bush, quien estaba en una escuela infantil en Florida, regresa a Washington, previa escala en Offutt, base aérea de Nebraska.

 

Las razones o mejor dicho, las sinrazones de estos ataques, aparte de la estulticia humana, de la que en ocasiones hacemos gala, en los que perdieron la vida 3,000 personas, más de la mitad aún sin identificar, y casi 30,000 heridos, pueden ser muchas, y muy variadas, el mismo autor intelectual Usáma bin Muhammad bin Awad bin Ládin, lo transcribió en un comunicado al mundo, en especial a los estadounidenses, justificándolo, como si eso fuera posible, por la alianza que su país tenía y tiene con Israel, así como por tener bases militares en Arabia Saudita, lo cual sin duda es cierto, pero eso sucede desde que prácticamente finalizó la Segunda Guerra Mundial, por ello, es que la mayoría de los analistas, más bien los consideran una consecuencia directa del 2 de agosto de 1990, día en el que inicia la Operación Tormenta del Desierto, en la que los norteamericanos cobran a Irak, la invasión a Kuwait; por cierto, fue la primera guerra televisada en vivo, directo, cámara lenta, y repetición instantánea, con todos los derechos exclusivos a la cadena de televisión Cable News Netword (CNN), pero lo más importante, con concesiones de pozos petroleros iraquíes, ya otorgados a los empresarios que financiaron el pay per view.

 

Decíamos que el mundo cambió, y no podía ser de otra manera, los estadounidenses primero que nada, buscaron venganza, y no cejaron hasta que lo consiguieron, además instrumentaron infinidad de modificaciones en su vida, y la manera de interrelacionarse con el resto de la comunidad internacional, por ejemplo, los protocolos de viaje y seguridad llegaron a extremos inconcebibles, se revisan cinturones, computadoras, dentífricos, perfumes, redes sociales, zapatos; las migraciones entre países se volvieron cuestión de seguridad nacional, todas las naciones medianamente gobernadas adoptaron estas premisas, hoy es más fácil transportar una manada de cebras, o toneladas de maquinaria, que a una persona, para la que los requisitos son cada día mayores, especialmente las gentes con rasgos faciales o apellidos árabes, más si tienen una mochila en la espalda, pasaron a ser perseguidos, y muchas veces humillados, automáticamente considerados terroristas, lamentable el mundo los estigmatizó.

 

Durante esta crisis mundial, México jugó un papel lamentable, aún no puedo entender que pasó por la mente del dúo dinámico, que entonces dirigía la Política Exterior de nuestro país, Vicente Fox Quesada y Jorge Germán Castañeda Gutman, de lo peor, más mal no pudieron estar, no se requería más que palabras de aliento y solidaridad, fuimos mezquinos, si bien es cierto, a partir de ese momento las prioridades de nuestros vecinos del norte fueron totalmente diferentes, y se enfocaron a su llamada cruzada contra el terrorismo, y la persecución a Usáma bin Ládin, lo muy poco que se habría podido construir en los cinco años de gobierno que aún tenía de su sexenio, el presidente mexicano, se fueron a la basura, un posible acuerdo migratorio que al día de hoy hace tanta falta, George Bush lo dejó en una enchilada completa, como la quería el entonces canciller.

 

 

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